Hace unos días supe de la existencia del estudio fotográfico Daguerre, casi centenario, en la carretera de Sants y ahora casi me avergüenzo de haberlo descubierto tan tarde. Al quedar fuera de mi radio de acción inmediato (Ciutat Vella y alrededores), ni ser yo del barrio de Sants, lo había pasado por alto. Otra vez tuvo que ser Xavier Therosquien me abriera los ojos con este pedazo de texto publicado en el Diari Ara.
Como muchos negocios centenarios de la ciudad, el Daguerre podría correr peligro. Viendo lo que está pasando últimamente, no sería raro que alguien quisiera derribar el local para construir un gran edificio y venderlo por un dineral. Por eso, los miembros de la asociación Fotoconnexió, se movilizaron. ¿Y cómo lo hicieron? En primer lugar, con una llamada colectiva a los vecinos del barrio para que llevaran a l’Arxiu Municipallas fotografías que tuvieran del Daguerre de Sants. Después, con la organización de esta exposición que se acaba de inaugurar en el centre civic Les Cotxeres de Sants.
Susanna Muriel ha sido la persona encargada de coordinar el proyecto. Se incorporó en noviembre de 2011 y, desde entonces, ha pasado horas y horas en el Archivo Municipal de Sants-Montjuïc en busca de fotos y publicidad sobre el local aparecida en las revistas del barrio. Su esfuerzo y el de los vecinos, que han aportado centenares de fotografías familiares, ha tenido la exposición como recompensa. Todas ellas (y también otras que se conservan en l’Arxiu Estudi Fotografia Daguerre) se pueden ver en el blog eldaguerredesants.wordpress.com,creado especialmente para este fin.
Acudí a la inauguración debido al interés que me causaba el proyecto que, evidentemente, está muy acorde con la temática de este blog. Además, me había citado allí con Marta Delclós y ese iba a ser nuestro primer encuentro. Al día siguiente nos volvíamos a ver para visitar, juntas, su exposición “Perifèries urbanes, on la ciutatperdia el nom”, de la que hablaré en un próximo post ya que, ahora, el tema que nos ocupa es el Daguerre de Sants.
Hubo un tiempo en que no existían ordenadores ni cámaras digitales. Es más, hacerse una foto era extremadamente laborioso, lento y caro. Por eso sólo se tomaban fotografías en los momentos claves de la vida de una persona como la comunión, la boda e incluso la muerte. Y sí, digo la muerte porque fotografiar al difunto no era cosa de mal gusto como se considera ahora. Tan sólo era una forma de inmortalizar su imagen y tener un recuerdo del ser querido ya que quizá jamás había tenido la oportunidad de hacerse una foto en vida.
La foto del cadáver de esta niña fue una de las que más me impresionó |
A finales del siglo XIX en Barcelona había decenas de estudios fotográficos, la mayoría de los cuales se hallaban repartidos entre la Rambla y sus alrededores. El más famoso de todos, quizá fuera el Napoleón, ubicado en la Rambla de Santa Mónica, justo donde ahora se encuentra el Frontó Colom. Inaugurado en 1852 por Antonio Fernández y su esposa Anaïs Tiffon, estuvo funcionando hasta 1933. Hace un par de años l’Arxiu Fotogràfic de Barcelona le dedicó una estupenda exposición, en el mismo local donde ahora está el gimnasio, y que tuve la oportunidad de visitar en multitud de ocasiones.
En la Rambla había muchos más. Uno era el “Baró”, en la Rambla del Estudis, 9, justo al lado de los Almacenes El Siglo. Allí es donde mis antepasados solían ir a retratarse, aunque a veces también acudían al l que estaba en la calle Pelai, 50, o al estudio Suñé (en Pl. Catalunya, 3), donde mi padre se hizo la típica foto de primera comunión.
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Mi abuela Enriqueta, en 1910 en Can Baró |
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Otra vez mi abuela fotografiada en Can Baró |
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Mis abuelos fotografiados en la calle Pelai, 50 |
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Y aquí mi padre, de marinerito, retratado en el estudio Suñé |