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Aurora Gassó y Agustí Ballester, dos artistas de largo recorrido

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Una de las mejores cosas de tener este blog es que me permite conocer personas excepcionales que, de otro modo, jamás habría llegado a conocer. Unos porque los he admirado desde siempre (como Alberto García-Alix) y otros, más anónimos, porque ciertas circunstancias me han conducido a ellos, como me ocurrió con Trevor ApSimon, el organillero.

Ahora, gracias a mi amigo Andrés (@Apu), autor del blog VeoDigitaly compañero de los Cazadores de Hermes, he podido conocer y entrevistar a Aurora Gassó y Agustí Ballester. Una pareja de pintores que, a pesar de llevar una larga vida dedicada al arte, no han gozado del reconocimiento que se merecen. Como diceAurora, será porque en su momento no dieron con la persona indicada que se preocupara de lanzar su carrera. Pero sea como fuere, por casualidades de la vida, Andrés dio con ellos y me propuso entrevistarlos juntos. Yo me encargaría de las preguntas y él de las fotos. La idea era buena y, aunque sabía muy poco de Aurora y Agustí, acepté su invitación. Suerte que lo hice, de lo contrario estoy segura que me habría arrepentido.

Andrés supo de su existencia cuando uno de sus lectores le pidió información sobre Aurora. Resulta que el chico trabaja en una publicación que está preparando una exposición sobre varios artistas y, entre ellos, hay un cuadro de ella. Andrés, que tampoco sabía nada (o casi nada) de esta artista, empezó a investigar y descubrió que forma parte del Col·lectiu d’artistes de Sants y que estaba a punto de inaugurar una exposición con ellos, en homenaje a la escritora Carme Guash i Darnéen les Cotxeres de Sants. Por otra parte, resultó que Miquel Cartisano (autor del blog Tot Barcelona) tenía en su casa una pintura de Aurora y se lo contó a Andrés, además de ponerlo en su blog. Juntos acudieron a la inauguración, la conocieron en persona y Andrés le pidió permiso para entrevistarla. Y allí es donde yo entro en acción. Tras acceder, quedamos en que iríamos a su casa para llevar a cabo la entrevista pactada. Una entrevista que se convirtió en una agradable charla sobre el arte, la vida y muchas cosas más que ahora mismo les dejo leer. 

Roser:Aurora… Desde su primera exposición (1951 en Reus) han pasado más de 60 años. Tiene una larga trayectoria artística durante la cual ha producido mucha obra, ha expuesto en el extranjero y ha sido galardonada con varios premios. En cambio su nombre no ha trascendido tanto como debería en el mundo del arte. ¿Cómo se explica eso?

Aurora: He trabajado mucho pero no he tenido suerte. También las circunstancias familiares nos han obligado a trabajar duro sin poder vivir únicamente de la pintura. Principalmente nos ganábamos la vida haciendo diseño textil. Es decir, que se juntaron dos problemas. Uno, sacar adelante a la familia (ya que hemos tenido cinco hijos) y luego nuestra falta de contactos para difundir nuestra obra. Mientras trabajábamos en la industria textil, con lo de los estampados, también nos dedicábamos a pintar. ¡Y producíamos mucha obra!. Pero en cambio nos movíamos poco para difundirla. No teníamos contactos... Luego llegó la primera crisis del petróleo y la cosa aún fue más difícil. Aun así, a principios de los 80 estuve en Zúrich exponiendo en la Galería Silouette cuyos propietarios se encargaban de todo. Ese mismo año me llevaron a Basilea y todo fue muy bien. Luego, en Alemania, también debíaexponer para otra galería… Pero no sé qué ocurrió que al final la cosa se truncó. Yo creo que fue porque su propietario tenía demasiada ambición y muchos delirios de grandeza. Sobre eso, te diré que tras firmar el contrato nos llevó a un castillo que él tenía en donde había ciervos y todo... Pero bueno, que el hombre al final acabó por estrellarse. Suerte del abogado de la galería que nos avisó de la que se avecinaba y un día nos advirtió… “sacad todo lo que podáis porque este hombre se está saldando todos vuestros cuadros…”. Le hicimos caso. Lo recogimos todo y nos fuimos de allí.

Roser:Puede que el hecho de ser mujer también le haya complicado el poder triunfar en el mundo del arte, ¿no? Históricamente han triunfado más los hombres que las mujeres. De pintoras famosas así de pronto me vienen a la cabeza Frida Kahlo, Dora Maar, Tamara de Lempicka… Pero de hombres se me ocurren muchos más.

Aurora: Pues no… Yo no lo he notado. Lo que sí es cierto es que hay una serie de circunstancias que ya te lleva la vida y que lo complican todo. Soy madre de cinco hijos y claro, compaginarlo todo ha sido más difícil. La casa, los niños, el trabajo como diseñadora textil y la pintura.

Roser:Cuando empezó a pintar, en los años 50 (siglo XX) en Cataluña destacaba “Dau al set” (con Tàpies, Cuixart i Joan Ponç entre otros), que empezaron haciendo un arte más próximo al surrealismo y el expresionismo alemán, para luego evolucionar hacia el informalismo y la abstracción. ¿Usted alguna vez ha tenido la tentación de hacer obra abstracta?

Aurora: totalmente abstracto, no. Pero quizá alguna vez me atreva. En cambio Agustí (mi marido) sí que es pintor abstracto y hemos hecho exposiciones conjuntas. Él con lo suyo y yo con lo mío.


Roser: Este libro que tiene encima de la mesa… Es “Barcelona vista per 40 artistes” publicado por La Caixa d’Estalvis de Barcelona a finales de los 70.

Aurora: Sí… Mirad... Este es el cuadro que escogí para el libro… Con la montaña de Montjuïc al fondo. Como dice el título, éramos 40 artistas y cada uno participaba con una obra ambientada en un lugar distinto de la ciudad. Quién dirigió esta edición, antes ya había publicado dos libros sobre el mismo tema. Uno con diez pintores y luego otro con diez pintoras. Después ya hizo este otro de los 40 artistas. 

 

Roser: Hace poco estuve en la exposición en homenaje a Carme Guash i Darné en les Cotxeres de Sants y me pareció muy interesante. ¿Hace mucho que forma parte del colectivo de artistas de Sants?

Aurora: desde que se fundó hace unos 25 años. Allí hay tanto hombres como mujeres. Pero cada año, cuando llega el día Internacional de la mujer trabajadora, las mujeres del grupo hacemos algo juntas porque creemos que es nuestro deber  mientras en el mundo siga habiendo tantas mujeres oprimidas.

Exposición en homenaje a Carme Guash i Darné (Cotxeres de Sants)

Roser: ¿Nos puede hablar un poco sobre sus inicios en la pintura?

Aurora: Pues si… De jovencita estudié en una academia de Arte en Reus, mi ciudad natal. Pero lo tuve que dejar al cabo de un tiempo porque la cerraron. Más tarde ya pasé al  Círculo artístico, donde aprendíamos a dibujar con modelos. Sobre eso te diré que el Círculo artístico fue uno de los primeros lugares donde se podía hacía dibujo con modelo. ¡Fíjate tú, que para impartir esas clases hubo que pedir un permiso especial! Luego ya vine a Barcelona con mi familia y me matriculé en la Reial Acadèmia de Belles Arts deSant Jordi. Pero también tenía otra gran afición: el teatro. Me matriculé en el Institut del Teatree hice los tres cursos y, cuando terminé, surgió la oportunidad de entrar a formar parte de la compañía de Adolfo Marsillach. Eso fue porque un compañero mío se enteró que Marsillach buscaba una actriz para un personaje concreto y me lo comentó. Me presenté al cásting y me aceptaron en seguida. Lástima que no pude seguir con ellos mucho tiempo porque al poco de estar en la compañía me quedé embarazada y me encontraba fatal. Tanto, que no pude seguir con los ensayos. Otra vez también participé en una obra de Joan Brossa titulada “Aquí al bosc”. Además él exigió que ese papel fuera interpretado por mí. El estreno fue en el Romea.

Roser: Una lástima por una parte no poder continuar su carrea de actriz... Pero por otra, ser madre por primera vez produce una gran ilusión.

Aurora: Fue cosa del destino. Eso es que no tenía que ser actriz. En parte, suerte que no tuve más oportunidades porque hubiese sido peor tenerlas y renunciar a ellas.

Agustí: Aurora era una gran actriz pero los embarazos de nuestros hijos le impidieron continuar por ese camino. Y también es una poeta fuera de serie.

Roser: Hablemos un poco de sus pintores favoritos… ¿Nos puede citar algunos?

Aurora:Magritte y Chagall. Me encanta Chagall.

Roser: A mí Chagall también me gusta mucho y tuve la suerte de poder ver la exposición que le dedicaron el año pasado en Madrid, en el Museo Thysseny me pareció fascinante.

Aurora: recuerdo que aquí, en Barcelona, hace unos años también le dedicaron una exposición en la Pedrera. Y otro pintor que me gusta es Giotto

El circo azul (Chagall).- Museo Thyssen Bornemisza, Madrid
Roser: Por curiosidad mía... ¿Pintan en casa o tienen taller?

Aurora: teníamos un taller precioso... Demasiado incluso. Era un ático en la Rambla. Pero al final lo perdimos. El propietario nos lo quitó. Y no por dinero... Que no lo necesitaba. Es una de las cosas que te dejan mal... Triste...

Roser: ¿Y luego no alquilaron otro?

Aurora: Mi hijo tenía un piso alquilado en la calle Lleida que no utilizaba y nosotros lo estuvimos usando como taller. Pero se le acabó el contrato y también nos tuvimos que marchar. Ahora trabajamos aquí, en casa, pero me falta espacio. En cambio, en verano, en la casa de Sant Quirze pinto más a gusto porque es más grande y hay más luz.

Roser: Por cierto... Viendo sus obras me doy cuenta que en su trabajo hay unos cuantos objetos recurrentes. Peces voladores, aves, sillas escaleras y otros objetos sacados de su contexto habitual…

Aurora: si, todo eso suele aparecer a menudo en mis obras.


Roser: También me gusta ese efecto que añade a muchas de sus obras en que parece que el óleo se esté agrietando.

Aurora: Si... A mí me gusta mucho y creo que es un efecto que liga mucho con mi obra. Es una técnica que no puedes corregir nada. Si te equivocas no lo puedes arreglar.

Roser: ¿Y eso le ha pasado alguna vez?

Aurora: Sí que me ha ocurrido y lo he tenido que tirar...



Roser: Por otra parte, usted tiene obras donde trata momentos difíciles de la historia de nuestro país. Entiendo que son una forma de protestar… Ese cuadro que nos ha enseñado antes, de un tronco humano cubierto de vendas y medio mutilado es brutal.

Aurora: Lo hice en los años 70, que era un momento histórico muy duro, con mucha represión. Hubo una etapa en que pinté muchas obras basadas en la opresión de las máquinas sobre el trabajador. Y sí que es verdad que era una forma de reivindicación y de expresar mi disconformidad con todo lo que estaba ocurriendo en nuestro país.

Andrés: Supongo que la pintura también debería servir como denuncia social, ya que con la pintura se podían decir cosas que con la palabra será imposible.

Aurora: en esa época hicimos exposiciones muy críticas con el poder.

Roser: ¿Y no tuvieron problemas con la censura?

Aurora: en el teatro sí pero con la pintura no. Y eso era porque había mucha ignorancia. Pero las obras de teatro sí que nos las recortaban. Una vez nos recortaron tanto una obra de José M. Rodríguez Méndezque al final quedó un desastre. Pocos días antes del estreno nos devolvieron el guion censurado. ¡Y la sorpresa fue ver que no nos habían tocado las partes más críticas con el poder! Supongo que fue porque no lo entendían. Luego, el estreno fue bastante mal. Imagínate... Si te devuelven el texto con casi todo cambiado cuando faltan pocos días para la fecha del estreno... Pues ¿cómo va a ir? Mal, por supuesto.

Roser: pero para escabullir la censura los autores también se sabían mil y un trucos para decir lo que se quería sin que se enterase el censor.

 Aurora: Sí, pero esa vez ya nos temíamos que algo pasaría y que no sería nada bueno, ya que la obra era muy crítica y muy directa. En cambio con la pintura casi podíamos hacer lo que quisiéramos que no se daban cuenta. Sólo si hubiésemos hecho algo muy evidente, como los grises aporreando a la gente, entonces sí que nos hubieran censurado los cuadros. Pero como no era ese el caso...
Roser: También me gustaría que su marido nos enseñara algunas de sus obras y nos hablara de su trabajo. ¿Eso es posible Agustí?

Agustí: Yo soy pintor abstracto y no sé si os va a gustar…

Roser: A mí el arte abstracto me encanta. Por eso se lo pido.

Agustí: Una vez, para una exposición mía,  me preguntaron qué perseguía yo con el arte... Y yo respondí... “Pues no se... Yo hago impulsos desconocidos”.¡Y ese es el título que le pusieron a la exposición!

Roser: Muy acertado porque eso es el arte abstracto, ¡impulsos!

Aurora:Él puede decir mucho que son impulsos pero yo sé que también hay algo dirigido.

Agustí: Empecé a estudiar bellas artes en una academia y, como todos, pintaba paisajes. Pero hubo un momento en que vi que esos paisajes que pintaba parecían malos decorados de teatro de aficionados... Fue entonces cuando me pasé al abstracto.

Roser: Por lo que veo su obra se caracteriza por la reutilización de objetos y el reciclaje, muy propio de movimientos como el informalismo.

Agustí: Sí. Trabajo mucho con objetos reciclados. Para hacer esta obra utilicé unos hierros viejos y unas cuerdas de una cuadra. El resultado fue esto, un poco bestia, porque recuerda las condenas de muerte por garrote vil.

Andrés: La obra da miedo... Es un cuadro tenebroso.

Aurora: sí que lo da... De hecho la teníamos colgada en la casa de Sant Quirze y una nieta nuestra nos pidió que la sacáramos porque le daba miedo.

Roser: Aunque usted dice que trabaja por impulsos, a mí me parece que esta obra no es fruto de un impulso sino que la ha pensado mucho antes de empezarla.

Agustí: Esta sí que ha sido estudiada previamente. Pero por otra parte, profesionalmente yo me he dedicado toda la vida a la estampación de tejidos. Aurora tiene el Premio Nacional de España de creación artística y tenemos en casa muchos diseños industriales realizados por ella.  ¡Hace un tiempo encontré una maleta que contenía más de 2.000! Pensé que podrían ser útiles en el nuevo Museu del disseny de la Plaça de les Glòries. Pero no sé con quién tengo que hablar para hacer una donación de esto. Me gustaría hablar con los responsables de la organización de la exposición sobre “Indianes” del Museu d’Història de la Ciutat para decirles que tengo en casa más de dos mil dibujos de esos, realizados por mí y mi mujer.
Aurora: Una vez llegamos a contactar con el museo téxtil de Terrassa pero al final no quedó en nada por falta de presupuesto. Pero ahora me gustaría cederlas para que no quedasen en el olvido.
 
Llegados a este punto de la entrevistame di cuenta que eran las ocho de latarde y que llevábamos dos horas sin parar de hablar. Era hora de irnos y dar por concluida nuestra visita. Nos despedimos de Aurora y Agustí, felices de haber conocidos a esas dos personas que nos abrieron las puertas de su casa para contarnos la historia de su vida y su obra y que ahora queremos compartir. 

Las marionetas de Pepe Otal

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Hará cosa de un mes que tuve la suerte y el privilegio de poder visitar la casa taller de Pepe Otalgracias a Xavi, amigo y compañero de “Cazadores de Hermes” y autor del blog Las Crónicas de Thot. En tiempos pasados, su hermana Marta había sido la encargada del desaparecido TeatreMalic, al que Pepe Otal estuvo muy vinculado desde su fundación en 1984. Razón por la cual mantienen la amistad con Pedro Nares,  director del documental “Pepe Otal. El viaje infinito y persona también relacionada con el desaparecido teatro.



Xavi, sabiendo de mi afición a títeres y autómatas, me informó de la posibilidad de acudir con Pedro Nares a visitar el local, hoy en día en manos de la Asociación Cultural “Casa-Taller de marionetas de Pepe Otal, desde que murió en el año 2007.

Pedro nos abrió las puertas del taller y nos atendió de forma excelente contándonos un montón de historias fascinantes sobre la vida de este artista que siempre trabajó pensando en un público adulto. Él nos habló de los miles de oficios que probó antes de dar con el maestro Tozer en el Institut del Teatre. Fue marinero, torero y boxeador, por decir algunos. Pero también hablamos de su estrecha relación con la muerte, muy presente en todas sus obras y que ya venía de lejos. De hecho, su compañero de andaduras Pep Gómez recuerda haberlo visto en la Rambla en los años 70 haciendo de esqueleto, según cuenta en esta entrevista concedida a Toni Rumbau, el fundador del TeatreMalic

Sobre la muerte, Pepe Otal decía que tratándola directamente conseguía que le resultara menos extraña. Un raro interés que está muy presente en el taller, con cráneos y esqueletos por todas partes más un ataúd que utilizó en una de sus obras y del que decía que, cuando muriera, quería ser enterrado en su interior. Cosa que al final no se cumplió y el féretro sigue ahí, vacío en el taller del Raval.


Entre las muchas marionetas que hay repartidas por el local me llamaron la atención los personajes de Makoki y la basca (de Gallardo y Mediavilla) transformados en títeres para el espectáculo Makokichow, estrenado en 1988 en el Teatro Malic, con guión de Felipe Borrayo. Esa obra, provocadora y transgresora, gustó tanto y tuvo tanto éxito que llegó a ser representada en Berlín en 1990. Según cuenta Pep Gómez, en la entrevista de la que antes ya he hablado, llenaban cada noche el local y el público alemán disfrutaba especialmente en la escena en que una monja era violada.


Cuando Pepe Otalllegó a Barcelona procedente de su Albacete natal, lo hizo para continuar con sus estudios de náutica, que al final cambió por el Institut del Teatre, donde se matriculó para aprender del maestro Tozer, del que posteriormente se alejaría, aunque siempre lo seguiría admirando. Tanto, que en el taller de la calle Guardia aún preside el salón un retrato del gran Harry Tozer.

Al principio instaló su taller en plena Barceloneta, en la calle Balboa, 11, y fue considerado el primer “okupa” de Barcelona ya que eso es lo que hizo, ocupar el local de forma ilegal.  Ahora, en ese espacio está l’Escolad’Adults de la Barceloneta. Allí, en 1974, fundó el Grupo Taller de marionetas. Luego, tiempo después, el Ayuntamiento lo desalojó y le ofreció el local de la calle Guàrdia, 11, donde finalmente se instaló también de “okupa” aunque con ayuda del propio ayuntamiento. Allí vivió y trabajó hasta la fecha de su muerte, el  24 de julio de 2007 en Cerdeña tras una representación de “La divina comedia” junto a Pep Gómez. Justo seis años antes del momento en que yo escribo esto.


En 1984, su obra“El apocalipsis según San Juan(que había sido censurada en España por la dureza de su contenido), recibió el premio al mejor espectáculo europeo, año en que también estrenó la adaptación de“El gran teatro del mundo”de Calderón de la Barca.

Pepe Otalrealizó muchas y muy elaboradas obras a lo largo de su carrera artística y, por lo que Pedro Naresnos contó, le apasionaba el proceso de creación. Le gustaba construir  sus marionetas con objetos reciclados, hacerles el vestuario y montar el espectáculo aunque odiaba los ensayos.  Aún así, para “La divina comedia” ensayó. ¡Y mucho! Según cuenta su amigo y colaborador Pep Gómez fue una obra larga de elaboración. Estuvieron todo un año de montaje más otro de ensayos. Una tortura para Pepe.


Quienes le conocieron mejor afirman que todas sus obras tenían un fuerte contenido autobiográfico como en “Cuento de madera” (1990), que relataba la historia de Pinocho y su creador (en el que Otal se veía reflejado) pero que en el fondo era una profunda reflexión sobre el suicidio.

Por otra parte, adoraba la ópera y la música clásica. Por eso realizó una trilogía con tres óperas famosas: Rigoletto de Verdi, “El holandés errante” de Wagner y “Don Giovanni post-mortem” de Mozart. Esta última, representada en la sala de anatomía de la Academia de Medicina (de la calle del Carme) junto a un coro de cantantes y en la que practicaba una autopsia a la figura de don Giovanni usando vísceras de animales muertos.


Dicen de él que era todo un seductor con las mujeres. Hablaba muy bien, las tenía a todas encandiladas con las historias que contaba y por su vida pasaron unas cuantas. Pero en el salón de su taller sólo había la fotografía de una de ellas, en un lugar privilegiado, justo al lado del retrato de Tozer. Señal que fue importante para él.

Ya en los últimos años estrenó una versión de “Don Juan Tenorio” de Zorrilla (2002) y empezó la construcción de su último personaje, el payaso Ramper, que no pudo acabar.


Yo jamás tuve la oportunidad de ver ninguna de sus obras en directo, cosa que me duele y más aún tras visitar su casa-taller y descubrir lo que contiene. Eso sí, estoy profundamente agradecida a Pedro Nares y Xavi Soro por haberme permitido entrar y mostrarme tantas cosas magníficas.

Espero con muchas ganas que llegue el día en que pueda disfrutar del documental de Pedro sobre la vida y obra de Pepe Otal.


Guía satírica de Barcelona (1854) por Manuel Angelón

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Portada de la edición que compré, de 1946
Uno de los placeres de las vacaciones es que puedo dedicar algo más de tiempo a la lectura. Justo en mi primera semana he acabado Historia y leyenda del barrio Chino(Paco Villar) y empezado Victus(Albert Sánchez Piñol), que me tiene bien enganchada. A ratos también voy leyendo un librito titulado “Guía satírica de Barcelona (1854)” que compré hace unos días en la librería Canuda, donde a veces descubro pequeñas joyas como esta. Lástima que en nada eso ya no lo podré hacer. Digo lo de meterme en la Canuda y hurgar en sus tripas hasta dar con las rarezas más insospechadas sobre la historia de mi ciudad. Otro comerciohistórico que perdemos a cambio de un “MANGO” más.

Pero a lo que iba. Una tarde, mirando entre las pilas de libros encontré esta “Guía satírica de Barcelona (1854).- Bromazo Topográfico-Urbano-Típico-Burlesco”incluida en la serie Monografías históricas de Barcelona”, todas ellas publicadas por Ediciones Librería Millà, en 1946. Editorial que se ubicaba en la calle Sant Pau, 21.


El libro que cayó en mis manos es una reedición del que en su día escribió Manuel Angelón e ilustraron Moliné y Ferran. Libro que fue impreso en la calle Escudellers, 40, en la Imprenta de Ramírez.


La llamada “Guía satírica” es una crónica de la Barcelona de 1854 y, con su lectura, he descubierto cantidad de cosas que desconocía sobre mi ciudad, como que la fuente de la Plaza Medinacelli tiene unos surtidores que, recién inaugurada, se tuvieron que inutilizar debido a su mal diseño inicial que dejaba perdidos a los transeúntes, como luego verán. Pero ahora el problema está solventado y el Dios Tritón arroja agua a borbotones sin mojar a nadie.

La semana pasada pude comprobar que ahora los surtidores funcionan a la perfección sin mojar a nadie

Su autor, Manuel Angelón llegó a Barcelona procedente de Lleida para estudiar la carrera de Derecho pero además de ser abogado acabó ejerciendo un montón de oficios más: periodista en el diario “El Áncora”,director de “La ilustración artística”y del semanario satírico “La Flaca”, novelista y autor de teatro fueron algunas de sus ocupaciones, por decir tan sólo unas pocas. Pero no me extenderé en su biografía ya que lo que más me interesa es lo que cuenta en este libro que he querido compartir en el blog. Por eso, a lo largo de este mes de agosto iré subiendo los capítulos que más me hayan gustado, siendo el primero de ellos el dedicado a la Plazas de la ciudad.

“PLAZAS

La de Palacio tendría muy poco que objetar, si el ala que hace frente a las puertas del mar no desdijera en grado sumo de las tres restantes. Sus casas son feas, viejas, negras y raquíticas. El todo pudiéramos compararlo a un hombre vestido a la última moda y que se hubiera puesto un chaleco usado, remendado y sucio de su abuelo.

La del Duque de Medinaceli es muy lindita. Tiene su jardinito con sus figuritas y un monumentito con unos tritonitos que es fama arrojaron agua en otro tiempo. Ahora no la arrojan porque la experiencia enseñó que la tal agua ponía como nuevos a los transeúntes, cosa que no se echó de ver sino después de concluida la obra. Atiéndase a que para llevarla a cabo se verificó un público certamen de proyectos, y el favorecido fue premiado con medalla y otras campanillas.



La plaza de la Constitución es notable por su empedrado, que costó tres veces más que los otros, y es tres veces más malo y otras tres veces más feo. Tiene en el centro una estrella de un mosaico de nueva especie (por fortuna la especie no se ha reproducido), que se echó a perder por colocar cierta alimaña de la que nos ocuparemos luego. En doce horas de trabajo podría recomponerse de sobra, pero hace doce meses que a nadie se le ha ocurrido semejante idea, y esto que está a dos varas de las Casas Consistoriales.

En  la fachada del Ayuntamiento queda constancia que la Pl St Jaume era la Pl de la Constitución

Ilustración de Moliné y Ferran para el capítulo dedicado a las plazas de Barcelona

La plaza Decano es la plaza del Rey. Para que respire mejor sabor de antigüedad, de ha suprimido su empedrado, de modo que en lloviendo se pone aquello más sucio que los establos del Rey Augias, cuya limpieza figura entre los doce trabajos de Hércules. Su aspecto es lúgubre como ruina de la edad Media. Tiene a los lados al primitivo palacio de los condes de Barcelona, más negro y ahumado que gamo de escocés colgada de la chimenea; el frontis de la iglesia de Santa Águeda, convertida en almacén de decoraciones del Liceo; y algunos vestigios de lo que fue inquisición, cosa sumamente grata a la vista. Sin duda para que guarde relación con el aspecto del sitio, la fuente parece panteón. Algunas fregonas la tomaron por tal al principio, y en rigor no se les puede hacer cargo por ello.

La fuente, construida por Daniel Molina a mediados del S XIX, fue eliminada en una reforma posterior

La plaza de Santa Ana es plaza porque así la bautizaron. Por lo demás, es tan calle como todas las calles de Barcelona.

La plaza Nueva, bien pudo ser en los tiempos de Wifredo el velloso. Dos torreones tiene a la entrada de la calle del Obispo, y si algún día se pensaba en derribarles, no habría de perder nada el ornato público.



Otra hay emplazada, la cual con el tiempo, si no es una real plaza, será por lo menos una plaza Real. Tendrá un vestíbulo con pretensiones de pasaje; y aunque el terreno no escasea, bien podrá resultar que, terminada, quede un espacio libre, así como un  pañuelo de manta de señora.

Passatge Bacardí, con entrada y salida a la Rambla y la Pl. Real, construido en 1856

Otros sitios hay en Barcelona a los que pomposamente se da el nombre de plazas; pero en honor a la verdad, mejor se llamarán zaguanes.”

Guía satírica de Barcelona (1854) - Parte II

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Tal como prometí la semana pasada, continúo con la transcripción de esta pequeña joya de la Barcelona decimonónica vista por los ojos de Manuel Angelón. El capítulo de hoy, dedicado a las calles de la ciudad no tiene desperdicio. El libro fue escrito poco antes de la apertura de la calle Princesa y aquí su autor dudaba que algún día pudiesen acabar las obras de construcción.

“LAS CALLES DE BARCELONA
No hay Guía de nuestra condal ciudad, sea dicho plagiando a nuestros poetas compatriotas, que no saben nombrar a Barcelona sin lo del condalpegadito; no hay Guía, decimos, antigua o moderna, que no haga especial mención de la capital de principado por sus calles tiradas a cordel y magníficos empedrados. Reniego de quien tal diga. Hay gentes a quienes la pasión les quita los ojos; bien dice el refrán, que el escarabajo a sus hijos les llama perlas.

Por lo que hace a nuestras calles tiradas a cordel, bien puede ser que lleguen hasta tres. A juzgar, por las restantes, quien quiera dibujar a poca costa el plano de Barcelona, siga el sistema que le vamos a decir, que si no es geométrico es cómodo, y da un resultado casi matemático. Tome una madeja de hilo my enmarañada, enmaráñela más, mucho más, y el resultado dará por copia el plano de Barcelona, o lo que es lo mismo, un laberinto de líneas, formando ángulos, triángulos, círculos y semicírculos, pero nunca paralelas. Adjunto damos un croquis que expresa la idea con mucha aproximación.


Y no se crea que hablamos de Barcelona antigua. Véanse sino las calles últimamente abiertas: unas están torcidas como la culebra de Esculapio , otras hinchadas como vientre de Hidrópico; en la de Escudillers se ha abierto una a la de Gignàs, que con la cabeza busca los pies, así como los perros que se muerden la cola; la de Jaime I… ¡Buena está la rectitud de don Jaime…! Casa hay que no parece sino recluta formado en parada de veteranos, según que se sale de la línea. A bien que ahora tendremos la calle de la Princesa, que dentro de muchos años, quizá nuestros nietos lo vean, quedará terminada, y traerá, al decir de la pasada Corporación Municipal, luz y ventilación por aquellos barrios; lo cual, si es así, no será poco.

La calle Princesa actualmente
Nosotros no lo dudamos. Luz traerá, y aun luces…cuando las enciendan de noche. La ventilación no será poca, pues en invierno han de soplar por tal calle unos vientos, que mejor fábrica de catarros y pulmonías no la concibieran los médicos. En cambio nos chuparemos los dedos de gusto el día en que desde la Plaza de la Constitución divisemos los árboles del Paseo de San Juan y los cañones de la Ciudadela, aunque esto del divisemos será según y conforme la línea, que también la calle de la Unión debió abrirse frente a la de Fernando, y por poco, a no estar de por medio la de Conde del Asalto, se nos escapa frente la de Escudillers.

En cuanto a fachadas y frontispicios vamos bastante bien, especialmente desde que se ha hecho moda revocar los de las iglesias de un modo tan nuevo como ingenioso. V.G. La de la Trinidad era de piedra grosera, lo cual si no es vistoso para los aficionados a las churriguerías, es respetable para los artistas y para los cristianos. Cata, sin embargo, ahí,, que como hemos llegado a un tiempo feliz y de muy exquisito gusto, en que lo nuevo es bueno porque es nuevo, y lo antiguo malo porque es antiguo, se embadurna la fachada de piedra y se la da una mano de color chillón, imtando… ¿imitando qué?, imitando piedra, es decir, imitando lo que hay debajo y se ha borrado, con sola la novedad, que ahora es fingido lo que antes era real, cosa que le cuadra perfectamente a este siglo de las apariencias.

En los frontis de las casas no ha quedado mejor parada la naturaleza. Desde que les entró a los propietarios la manía del estuco, han descubierto los pintores tan nuevos mármoles y jaspes, que nunca pico ni azadón los arrancaron más raros a las entrañas de la tierra. Por supuesto que desde el azul celeste al naranja, no hay color mal escogido que no esté peor combinado. Para imitar el mármol está decidido que todos los colores son buenos menos el blanco.

Por lo que a la nivelación hace, ya puede Barcelona apostárselas con Madrid y la ciudad de las Siete Colinas. La calle de Fernando es un modelo. Si se tirara una línea horizontal desde la mitad de la rampa hasta el paseo de la Rambla, tendríamos como demuestra el adjunto dibujo, que la mitad de las tiendas quedarían convertidas en sótanos y la otra mitad se elevaría a la altura de los primeros pisos. 
Calle Ferran

Los paseos públicos de Barcelona según Manuel Angelón (1854)

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El capítulo que he escogido para esta semana es el dedicado a los paseos públicos y lo he hecho por ser una descripción realista y a la vez llena de ironía de unos cuantos lugares que los barceloneses conocemos muy bien. El Passeig de Sant Joan, la Rambla (que ocho años después conoció Hans Christian Andersen) y el Passeig de Gràciason algunos ejemplos. Pero también habla de otros espacios que ya no existen y, por tanto, más desconocidos para nosotros como los Campos Elíseos que eran unos grandes jardines con parque de atracciones incluido y que ocupaban varias manzanas del Eixample (desde la Diagonal hasta la calle Aragó). Hoy en día tampoco queda nada del Jardín del General que se ubicaba entre la actual avenida del Marquès de l’Argentera y la Ciudadela, frente l’Estació de França. Y el Tívoli de ahora no es como el de 1854 que estaba al aire libre y se celebraban bailes y conciertos, aunque sí coincide la ubicación.

En fin, que la Barcelona decimonónica tenía unos cuantos paseos públicos donde salir a pasarlo bien. Algunos siguen ahí y los barceloneses del siglo XXI solemos pasear por ellos.  Otros fueron borrados del mapa en posteriores remodelaciones urbanísticas pero tenemos la suerte de conservar documentos históricos como la guía de Miguel Angelón que dejan constancia de lo que hubo una vez.

“PASEOS PÚBLICOS
El paseo nuevo, o de San Juan, está formado por siete calles de árboles y dos hileras de faroles, cuya brillante luz convierte de noche aquel sitio en un edén de oscuridad. Ocupan su calle céntrica cuatro surtidores, en cuya destrucción compiten y compitieron la porquería, las piedras de los muchachos y los cañones de la ciudadela. Los vigilantes que cuidan de la conservación de aquel paseo, tienen un continente gallardo, marcial e imponente. Al que no le falta un brazo, le faltan dos piernas; unos no tienen pies, y otros ni pies ni cabeza. Así no queda piedra en su sitio, árbol sano ni flecha de hierro en respaldo de banco. La concurrencia al sitio es brillante;  de día, nodrizas con sus niños chupa que chupa, y criadas con asistente charla que charla. Cuando llega la noche, tienden su vuelo por aquel espacio pájaros de casta desconocidas, con alguna que otra lechuza que va a recoger lo sobrante del aceite de los faroles.

El passeig de Sant Joan con la fuente de la Caperucita roja, obra de Josep Tenas Aliva (1921)
El jardín del General, según era antes, y modernamente el jardín municipal, es un gasto supérfluo que la ciudad sostiene. Con que el ayuntamiento comprara una alfombra floreada, de no muchas varas de extensión, y la extendiera en aquel sitio, el resultado vendría a ser el mismo. Por supuesto, se tendrían que poner algunas jofainas de agua puerca figurando surtidores, una jaula con tres jilgueros y un mochuelo para asustar a las criaturas.

El paseo de la Rambla es un verdadero salón de baile de máscaras, donde simultáneamente corren bromazo padres y madres, hijas e hijos. Los trajes varían caprichosamente: los hay de novios, trajes semiseros y caretas dadas de almazarrón; los hay de suegra, traje de bruja; los hay de solterones con alas y aguijón de mariposas, zumbando en torno a las niñas, traje de rosas, desde el capullo hasta la rosa plena. En este sitio no es extraño que de un codazo le dejen a uno los botones del frac metido dentro de las costillas o que de un pisotón le hagan ver las estrellas a mitad del día.



La Rambla vista por Opisso durante una "Diada del llibre" en los años 20

El paseo de la Muralla del mar tiene un piso el más a propósito algunas veces para enterrarse uno en vida. Corren por él unas brisas reumáticas muy poco apetitosas; y cuando sopla el sur, los concurrentes disfrutan del espectáculo más sorprendente, cual es los buques anclados en el puerto bailando un vals infernal.

La muralla de mar retratada por Joan Martí i Centelles (Arxiu Fotogràfic de Barcelona)

El de Santa Madrona es el paseo lazatero, frecuentado por los que van a medicarse con los baños rusos. Últimamente ha aparecido allí una farola por arte de birbibirloque, cuya procedencia, género y gusto son desconocidos.

la calle Sta Madrona en 1854 era conocida como "paseo" que albergaba esta casa de baños
El paseo de Gracia no ofrece más inconveniente que el de tragar polvo a todo pasto o verse atropellado por un carruaje al atravesar alguna de sus calles. Recientemente se han colocado en este sitio faroles de gas, a los cuales deseamos larga vida y mejor luz. Hay unos surtidores cuyos juegos distan mucho de ser los de Versalles o la Granja; en verano provocan la sed, y en invierno aumentan el frío. Este paseo ofrecía tanta seguridad a los pacíficos transeúntes, que la autoridad, por mera precaución, ha debido colocar más centinelas que hay en un campamento.

El passeig de Gràcia en 1912
Los Campos Elíseos es un paseo deliciosísimo, con juegos muy entretenidos y muy caros. Allí puede uno marearse en el columpio, dormirse en los caballitos, desnucarse en las montañas rusas, descomponerse la muñeca en el regulador de los puñetazos, atolondrar en el peón holandés, fastidiarse en el billar a la inglesa, bogar en un barreño de agua, dejarse arrastrar por dóciles cabritos, perder la paciencia en la paloma, reventarse bailando, pillar una indigestión en la fonda o coger una turca en el café. Todo esto proporcionan los Campos Elíseos por menos de 80 reales diarios.

La montaña rusa de los Campos Eliseos fotografiada por François Marie Gobinet sobre 1854
El Tívoli es un sitio de recreo. De cuando en cuando se ilumina a la veneciana. Y a fe que si Venecia no tiene mejores luces, muy a menudo se quedará a oscuras. Sopló una cierta noche un poco de viento, y a lo mejor el salón de baile se fue por los aires bailando la polca. En este sitio por media peseta se recrean los cinco sentidos: ver, oír, oler, gustar y tocar.

El Criadero es un paseo de pintoresca y picaresca situación. Tiene árboles y luego más árboles, y después árboles, y por variar otros árboles, y un café entre árboles, donde por lo regular se sirve de todo menos lo que el consumidor pide. En recompensa, si las dosis son malas y escasas, el precio es caro; y en lloviendo, los concurrentes toman un baño gratis.

La Fuente de Jesús tiene un aspecto campestre muy pronunciado y una agua riquísima que, por supuesto, habiendo vino, nadie bebe. A un lado del salón hay un establo y cerca un estercolero, y andando por entre las piernas de los concurrentes unos falderitos que el más débil descabezaría un hombre de un bocado.

El Jardín de la Ninfa, de ninfa silvestre será. Frecuentemente lo más selecto de cierta aristocracia se reúne bajo su entoldado, donde con la mayor frescura en invierno y con el mejor calor en verano, entra y baila todo el que quiere y paga, con la condición precisa de no ir en mangas de camisa ni con zamarra. Estas son precauciones adoptadas por los dueños para que la escogida concurrencia no se vea obligada a alternar con gente de poco más o menos.”


Para terminar con los paseos debo decir que no he encontrado fotos de ninguno de los cuatro últimos (Tívoli, Criadero, Fuente de Jesús y el Jardín de la Ninfa) pero, por lo que he podido saber, todos se hallaban en el Eixample a lo largo del passeig de Gràcia.

Charles Nicolás, el hombre que bailaba sin parar

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Hubo un tiempo, en la Barcelona de los años 20, en que los concursos de baile hacían furor entre la población. Pero la gracia no era saber hacerlo bien sino, además, aguantar todo lo posible en la pista de baile.

Teatro Apolo en 1905, fotografía de Lluís Grau Iglesias

El primer “Concurso de baile durante 24 horas” tuvo lugar el 15 de noviembre de 1924 y se celebró en un entoldado que se levantó para la ocasión en un solar que había tras el Teatro Apolo, en pleno Paral·lel, esquina Nou de la Rambla (entonces Conde del Asalto). El premio para el ganador era gordo, 2.000 pesetas, lo que hizo que se apuntaran 13 parejas dispuestas a bailar desde las 00.0 horas del sábado 15 de noviembre hasta el día siguiente a la misma hora.

el Teatro Apolo hoy
Llegada la hora final del concurso sólo quedaban sobre la pista Hernando Pla (que bailó casi todo el tiempo con su hermana, la Criollita, y a ratos con una tal Magda), S. Punter y E. Álvarez que se repartieron entre los tres las 2.000 pesetas del premio. Según la crónica de La Vanguardia (del 18 de noviembre), al acabar el concurso los participante se encontraban en un estado lamentable.


La moda de los bailes de resistencia siguió con fuerza unos años y, en 1927, apareció un tal Charles Nicolás que pretendía bailar 240 horas sin descanso en el Teatro Talía, ubicado en el número 100 del Paral·lel, donde ahora no hay más que un solar vacío desde que un incendio se lo tragó en 1988.

El solar vacío donde antes estaba el Teatro Talía (luego denominado Teatro Martínez Soria)
Los días previos al acontecimiento la prensa anunciaba: “Formidable, ¡Increíble! Jamás visto en Barcelona. El campeón de los campeones. Mr Charles Nicolás bailará en el Teatro Talía diez días y diez noches (240 horas consecutivas)...” Tal proeza debía realizarla entre los días 5 y 15 de junio y el hombre la cumplió. Según cuenta Paco Villar, en “Historia y leyenda del barrio chino”, tenía que bailar sin parar y sólo disponía de tres minutos por hora para comer, beber, ir al baño, descansar o hacer lo que fuera menester.  

Teatro Talía, foto de Gaspar, Sagarra i Torrents
La gente, incrédula, empezó a pensar que había truco y que el tal Nicolás tenía un hermano gemelo con el que se intercambiaba en los descansos. Para callar las habladurías, el bailarín hizo venir a un notario para certificar que el que estaba sobre la pista siempre era él. Esto sucedió cuando ya llevaba más de 100 horas bailando, momento en que se le ocurrió continuar pero con dos hombres subidos a su espalda, cosa que también realizó.

 A falta de 48 horas para cumplir la proeza de bailar 240 horas seguidas, el diario La Vanguardia anunciaba que era el penúltimo día para ver a un tal Charles Nicolás que estaba a punto de batir un récord. Al día siguiente, La Vanguardia volvía a anunciar que el fin se acercaba y que habría sorpresa final.


El 15 de junio, a la hora convenida, Nicolás dejó de bailar y, según La Vanguardia, lo hizo sin demasiadas muestras de cansancio aunque bastante más delgado. Exactamente once quilos menos. Y no bailó 36 horas más porque el Gobernador se lo impidió.


La Barcelona que Felipe V se comió

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El Born a medio construir allá por 1874
Recuerdo perfectamente el momento en que los restos del antiguo barrio de la Ribera emergieron del subsuelo barcelonés. De eso hace ya más de diez años. Aparecieron bajo el mercado del Born durante unas obras de restauración para ubicar, allí, la Biblioteca Provincial de Barcelona. El viejo edificio, construido en 1874 por Josep Fontseré y Josep M. Cornet, fue concebido como mercado para la gente del barrio pero en 1920 cambió de orientación. Se transformó en mercado de abastecimiento para mayoristas hasta que, en 1971, Mercabarna lo sustituyó. Desde entonces ha permanecido cerrado aunque en ocasiones abriera para celebrar eventos puntuales como el Saló del Còmic o la Fira del Disc. Luego, tras la decisión de ubicar la Biblioteca Provincial, surgieron las ruinas.

Mercat del Born (Xavier Miserachs, 1962)
El hallazgo era importante. Se trataba de la Barcelona que Felipe V mandó destruir para ubicar, en la zona, una gran fortaleza obra de Joris Prosper Van Verboomque serviría para controlar a la población. Así, entre el castillo de Montjuïc y la Ciudadela militar (actual parque de la Ciutadella), los barceloneses se sentirían vigilados y amenazados en todo momento. Los mismos vecinos, en abril de 1717, se vieron forzados a destruir sus propias casas y marcharse a un barrio nuevo. Concretamente, a la actual Barceloneta.

Planta de la Ciudadela militar ideada por Van Verboom

Cuando me enteré de tal descubrimiento me presenté en el lugar para echar un vistazo y lo que vi, entre los barrotes del antiguo mercado, será difícil de olvidar: calles perfectamente definidas, restos de edificios, pozos de abastecimiento de agua, puentes y plazas… ¡Increíble!

Por suerte, la magnitud de lo que había sido encontrado impidió al ayuntamiento echar cemento por encima y continuar con las obras como si aquí no hubiera pasado nada. Cosa que, por desgracia, ocurre más a menudo de lo que pensamos. Pero en este caso se trataba de los vestigios de todo un símbolo de la historia de Cataluña. De hecho, cada 11 de septiembre los catalanes recordamos que el asedio de Barcelona acabó como el rosario de la Aurora. Aún así, la discusión sobre si los restos arqueológicos debían ser conservados o eliminados fue larga. Tanto, que han transcurrido doce años hasta que se pudiera inaugurar.

Mucho se ha hablado de las cifras astronómicas que ha supuesto la restauración del yacimiento en un momento de crisis como en el que nos ha tocado vivir: 84 millones de euros de inversión y 1,2 millones de mantenimiento anual. Eso es tanto que ni tan siquiera llego a imaginar el montón de billetes que debe suponer. Pero los restos de la Ribera aparecieron en otro tiempo y la dichosa crisis aún estaba por venir. Además, como historiadora,me alegro que se hayan podido salvar.



En Cataluña hubo un antes y un después del 11 de septiembre de 1714 en que las tropas de Felipe V, comandadas por el Duque de Berwick, arrasaron la defensa barcelonesa liderada, hasta entonces, por Antonio de Villarroel. Fue un asedio largo y duro muy bien explicado por Albert Sánchez Piñol en Victus, mi última lectura veraniega. En total fueron 13 meses de asedio. Justo lo contrario que propugnaba todo buen manual de ingeniería militar. En la época se decía que el tiempo máximo que debía durar cualquier asedio era un mes y con las mínimas bajas posibles. En Barcelona ocurrió todo lo contrario. Resistió más de un año y con muchísimos muertos.  Al final no hubo nada qué hacer por mucho que los barceloneses sacaran la bandera de Santa Eulaliaa pasear.



La novela aborda la Guerra de Sucesión española desde el punto de vista de uno de sus participantes, un ingeniero barcelonés llamado Martí Zuviría (personaje real aunque desconocido) que se formó como tal en Francia junto a Sébastien Le PrestreVauban, el mayor ingeniero de su tiempo. No me extenderé más en hablar del libro porque, aunque todos conocemos el final, considero que se debe leer y no quiero desvelar detalles importantes.

Han pasado 300 años desde que el Duque de Pópuli se plantó ante Barcelona con su ejército borbónico. Por eso los actos del tricentenario empiezan ahora con la inauguración oficial de El Born Centre Cultural, en cuyo interior se encuentran los vestigios del barrio de la Ribera.  Yo los vi el pasado mes de julio durante un simulacro de pre-apertura al que fui invitada y que ahora comparto en el blog.


Ese día paseé y deambulé por un yacimiento enorme, de 8.000 m2, que se mantiene en un estado excepcional. Además, la gran cantidad de documentación notarial conservada sobre la Barcelona de 1.700, ha servido para identificar a todos (o casi todos) los propietarios y habitantes de las casas. También se conocen sus oficios (como el de la gente que regentaba  la casa de la Neu, donde se guardaba nieve para la conservación de alimentos), los juegos con los que se divertían y muchos más detalles sobre la vida cotidiana de la Barcelona del siglo XVIII.  De hecho, durante las obras de excavación se hallaron numerosos objetos de uso diario que se muestran a parte, en un gran salón. Dicen que en total se hallaron 3.500 objetos de los que sólo se exponen la mitad. Más que suficiente para hacerse la idea de cómo vivían los barceloneses cuando Felipe V los desalojó.


Radio Montesol en Radio Juventud

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Lo que hoy voy a contar surgió tras realizar esta entrevista a Javier Montesol. Yo acababa de leer Speak low”, la obra que significaba su vuelta al cómic tras más de 20 sin dibujar una viñeta. Me fascinó y por eso le busqué, encontré y entrevisté. Días más tarde, un amigo y lector de este blog me comentó que tenía en su poder un montón de cintas magnetofónicas repletas de grabaciones de Montesol en Radio Juventud, allá por los años 80 y se ofrecía a digitalizarlas para que yo las pudiera escuchar y hacer lo que quisiera con ellas.

Oí unas cuantas grabaciones de finales de 1981 y principios del 82. Me hicieron reír y así se lo hice saber a Javier.  Su primera reacción fue “… ¡destrúyelas inmediatamente!  Pero yo hice caso omiso a su petición. ¡Perdóname Javier por mi osadía pero no me atreví a obedecerte! Ahora  me alegro de haber tomado esa decisión.  Además, a la vez que él me pedía deshacerme de las cintas, me hacía esta confesión: “guardo muy buen recuerdo de aquél trabajo” para luego continuar diciendo que “… Cuando yo los hacía en su momento, me parecían estupendos. Te diré que la evolución de la radio no me permitió seguir con las radionovelas, algo que siempre he pensado que podría haber desarrollado muy pero que muy bien. Al final se impuso la radiofórmula, y sectorizar la oferta: informativos, música, deportes… ¡Y los malditos magazines matinales con sus estrellas de pacotilla! La radio es un lenguaje,  como una novela,  una película,  una serie. Si tú quieres ver el horror de los horrores,  escucha a los telepredicadores: Cuní, Losantos, Herrera, del Olmo, etc. El concepto,  el ritmo, el montaje música, la locución… Todo desapareció y entró la velocidad.  ¡La velocidad en la radio es de vértigo! La publicidad entra de cualquier manera, etc, etc”.


Montesol durante el programa "Tiempos de locura"

Tras mantener esta conversación, terminé de escuchar todas las grabaciones que tenía pese a que la acústica de algunas dejaba mucho que desear. Otras, en cambio, se conservaban mucho mejor. Luego volví a escribir a Javier para contarle lo que había hecho, decirle lo mucho que me había divertido con sus alocadas historias ochenteras y pedirle permiso para escribir sobre ello en el blog. Me parecían unos guiones muy ingeniosos, con todos esos personajes que se inventaba y a los que él mismo les ponía la voz. Esta vez, ahora sí, su respuesta era afirmativa aunque desde el principio yo ya intuía que al final diría que sí. Y hasta me envió la mayoría de las las fotografías que reproduzco en el post.



Sobre ese tiempo pasado, Montesol me contó que sus  colaboraciones en radio fueron primero el Show de Montesol y Onliyú, luego El Sacapuntas, que se emitía los domingos por la mañana, y más tarde Las Aventuras de Ernestina,  dentro del programa La Senda de los Elefantes “.

Durante una grabación de "El show de Montesol y Onliyú"

Onliyú, su amigo y compañero de andanzas en sus primeras incursiones radiofónicas,  en Memorias del underground barcelonéstambién explica sus inicios en Radio Juventud. Por lo que parece, la cosa empezó a finales de los 70 cuando Gaspar Fraga (el fundador de la editorial Rock Cómics y la revista Cáñamo)  les habló de la existencia de un programa de Radio Juventud en el que podrían participar para anunciar Rock-comixy Los tebeos del Rrollo.Según cuenta Onliyú en sus memorias Las burradas que nos dijimos el primer día que nos sentamos detrás de un micrófonohicieron, según posterior confesión propia y para nuestra estupefacción, mearse de risa a José Mª Pallardó, el responsable de Al mil por mil, que así se llamaba el programa en cuestión, así que nos dijo: ¿Por qué no lo hacéis cada día? Así es como empezamos a colaborar en la radio”.






Filmación basada en el Show de Montesol y Onliyú, en 1977

Montesol se aficionó a la radio porque, según dice “era el único medio de entretenimiento popular junto al cine de barrio durante mi infancia, y llegué a escuchar multitud de seriales mientras hacía los deberes y mi madre hacía las cosas de casa. Sobre todo recuerdo los grandes seriales de la cadena SER con cuadros de actores y buenos montajes musicales. Más tarde, en Radio Juventud,  José María Pallardó junto a Rafael Turia iniciaron unos programas de humor que también me influyeron. Años más tarde tuve la oportunidad de trabajar con todos ellos: Josep Mª Bachs,  Estadella  - que tenía un registro de voces increíble - y Pallardó, a quien debo agradecer la amistad y la oportunidad que me brindó para poder trabajar en la radio.  En El Sacapuntas realizaba un serial protagonizado por un portero de la Generalitat, un tal Duncan Mª Duncan”.


Montesol y Pallardó grabando para el Sacapuntas

De todas las historias que he oído, hay tres que me han provocado grandes risas. Por eso he decidido compartirlas en el blog, con permiso de su autor. A la primera yo la llamo “el hombre que quería matar a Montesol” porque va de eso. De un oyente que se presenta en el estudio para decir que es un programa terrible que causa insomnio y destroza los nervios. Su familia lo escuchaba, hasta que todos los miembros enfermaron y murieron entre terribles dolores. La causa, según el médico que los atendió, era el programa de Montesol.




En la segunda, se inventa un movimiento pictórico denominado “Bordismo” y que asegura ser posterior a todas las primeras vanguardias. Es decir futurismo, cubismo, surrealismo… De hecho, fecha su creación en 1940 en plena Vía Laietana. De sus miembros dice que son veraneantes de Sitges y que cayeron en la cuenta mientras subían a lo alto del monumento a Colón. Su primer happening, realizado en una tienda de la Avenida de la Luz, fue un fracaso total pero eso no los desanimó sino que aún se atrevieron con alguna que otra salvajada más.




La última es la sección "En calma de noche", una parodia del famoso consultorio “Encarna de noche”de Encarna Sánchez, que entonces se emitía en Radio Miramar y Radio España. Una noche, un oyente muy pesado llama a Montesol para contarle las terribles desgracias que le ocurren en la vida. Tras aguantarle la chapa un ratito, Javier no aguanta más y termina por mandarlo al carajo.




Como me decía Montesol, con el tiempo la radio cambió y se impuso un nuevo formato. Por un lado, la radiofórmula musical y, por el otro, las emisoras generalistas estructuradas a base de grandes magazines, informativos, música y deportes.

Al final, Radio Juventud desapareció.  Una emisora mayor, “Radio Cadena Española”, se la comió y así acabó la aventura radiofónica de Montesol.


En su última época radiofónica en el programa "La senda de los elefantes"


Mercè 85

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En un día como hoy supongo que lo correcto sería hablar de los actos de la Mercè de este año y de su cartel. Del cartel hablaré más tarde, ya que el cartelismo publicitario es una de mis debilidades y no quiero dejar pasar la ocasión de comentar el gigante volador de Joan Fontcuberta pero primero mi atención se centra en esto que les  acabo de mostrar.

Se trata de un librillo con el programa de las fiestas de 1985 que el ayuntamiento socialista encargó a unos cuantos artistas del underground barcelonés que yo admiro profundamente. Lo encontré por casa el otro día mientras hacía limpieza y no me pude resistir a echarle una ojeada y guardármelo para hoy.  

La portada de Damià Carulla muestra una legión de jóvenes barceloneses disfrutando de un concierto en la Recta de l’Estadi. En un primer plano y, de cara al espectador, hay una pareja con un aspecto muy de los años 80 y, junto a ellos, Felipe Borrallo botella en mano. Era la Barcelona preolímpica y aún faltaba un año para que fuera designada sede de los Juegos Olímpicos de 1992. La movida madrileña estaba en su plenitud y, en Barcelona, los artífices del underground eran la meca de la modernidad y recibían multitud de encargos.

En las páginas interiores de ese programa de la Mercè hay un puñado de historias sobre gegants, dracs, la mostra de vins y conciertos en un Montjuïc muy distinto al que conocemos hoy en día. Ahí están  algunos de los autores de publicaciones míticas como El Víbora y Cairo: Max, Gallardo, Martí, Mariscal, Pere Joan, Montesol... Por supuesto que, cuando esto cayó en mis manos, corrí a contárselo a Miguel Gallardoy Javier Montesol.

Historia de Martí incluida en el programa 
Ese año Los Rebeldes actuaban en la Recta de l’Estadi y Miguel fue el encargado de inventar una historia al respecto que tituló Rock a Montjuïc. Sobre ello, me confesó que en esa época, los del Víbora arrasábamos con todo. Éramos los chicos mimados del gobierno socialista”De eso no me cabe ninguna duda ya que sus trabajos para el ayuntamiento aparecen una y otra vez.



A Javier le confiaron una página relativa a la Mostra de cuina i vins de la Rambla de Catalunya y, según sus palabras "este tipo de encargos eran de muy agradecer pues éramos, como ahora, paupérrimos y este tipo de cosas siempre daban una alegría. Lo que rompió la baraja fue el encargo a Mariscal de la mascota y el diluvio de prebendas que vino después, pues dejó al resto del personal a la altura del betún. Cosas de la vida."


Mostra de vins y conciertos en Montjuïc a parte, me ha llamado la atención que las corridas de toros en la Monumental formasen parte de los festejos de la Mercè, cosa que confirma la tradición torera que había en Barcelona y de la que ya he hablado en otras ocasiones.  En cambio, ahora es imposible ver toros en nuestra ciudad.

Si damos un salto en el tiempo y nos plantamos en las fiestas de este año, lo primero que me viene a la cabeza es la imagen de un gegant que sale despedido de Barcelona cuál hombre bala. ¿Y eso qué significa? ¿Que se marcha de Barcelona? Espero que no.



El ayuntamiento, en su línea de contratar a artistas reconocidos para la realización del cartel, este año se lo ha pedido a Joan Fontcuberta. Célebre fotógrafo que, recientemente, ha ganado  un merecido premio Hasselblad. Pero que sea excelente en su campo no significa que sepa hacer un buen cartel. De esto hablé largo y tendido hace un tiempo con un puñado de dibujantes e ilustradores que, en algún momento de su vida, han realizado carteles para el Salón del Cómic de Barcelona. Uno de ellos, Max concretamente, tiene este precioso cartel del correfoc de la Mercè de 1986 mientras Gallardo, en 1989, anunciaba el Ball de gegants.



Hacer un buen cartel para un evento de este tipo, y contentar a todos, no es tarea fácil. De hecho, hasta los hay que han generado algún que otro escándalo como le ocurrió a Nazario en 1999.



Con Nazario ocurrió lo siguiente. El ayuntamiento le pidió que, para el cartel de ese año, remarcase el valor de la integración de etnias y culturas y diera una imagen de ciudad multiculti, en la que todo tipo de razas se sintieran a gusto. Nazario se fijó en que entre los gegants siempre hay alguno moro y lo metió en el cartel, acompañado de una caligrafía inspirada en la lengua árabe.Eso no gustó nada al arzobispo de Barcelona, Ricard María Carles que, durante el sermón de  la misa de la Mercè, se quejó que el cartel hubiera omitido los orígenes cristianos de la fiesta.

Tal como dice Gallardo, hubo un tiempo en que los del Víbora y compañía arrasaban con todo. Él mismo ha hecho de todo. Es tanta su producción que parece que tengo tema para hacer una antología “Todo Gallardo” de gráfica de Barcelona.  Cualquier día será. De momento, aquí dejo una pequeña muestra de sus ilustraciones sobre Barcelona.




“EL INDIO” de Madrid y “EL INDIO” de Barcelona

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Ciertos establecimientos comerciales del siglo XIX en Barcelona y Madrid parecían guardar paralelismo en cuanto a la riqueza en su decoración, el uso de autómatas como reclamo publicitario y, sobre todo, en la denominación del negocio. Es así como aparecen en los años 1848 y 1870, respectivamente, el Molino de chocolates “El Indio”, en Madrid y los Almacenes “El Indio”, en Barcelona.

El propósito de este artículo es contar la historia de estos dos comercios, uno desaparecido y el otro en activo, por el momento.

Este reportaje aparece simultáneamente en los blogs http://srabsenta.blogspot.com.es/ de Barcelona y  http://antiguoscafesdemadrid.blogspot.com.es/ de Madrid.

EL MOLINO DE CHOCOLATES "EL INDIO" DE MADRID.

A mediados del siglo XIX proliferaron en Madrid los establecimientos dedicados al negocio del chocolate. Es así como, en el año 1848, fue inaugurado uno de los comercios más bonitos del centro de la ciudad: El molino de chocolates "El Indio", que estuvo situado en la calle de la Luna, número 14 haciendo esquina con la de San Roque, número 1.

Fuente: Museodeltraje.mcu.es
Fotografía: M.R.Giménez (2012)
"El Indio" de la calle de la Luna en el siglo XIX, en el año 1990 y en la actualidad

Los hermanos Enrique y Mauricio Vela solicitaron el permiso de apertura para su local de la calle de la Luna en el año 1847, por lo que siempre consideraron que esa fue la fecha de la fundación de la casa "El Indio". El edificio donde se ubicó el negocio, cuyo portal se sitúa en la calle de San Roque, número 1, data del año 1848, así pues el establecimiento fue inaugurado ese mismo año.

Fuente: Cartotecadigital.icc.cat
Plano de Francisco Coello y Pascual Madoz del mismo año en que se inauguró la tienda (1848)


La tienda "El Indio" tenía una superficie aproximada de 25 m2 y dos partes bien diferenciadas separadas por una gran cristalera: la zona para despachar y el molino de chocolate. El local se completaba con una oficina, a la que se accedía por un largo pasillo, y un sótano que albergaba la maquinaria del molino, no visibles al público.

Fuente: Museodeltraje.mcu.es
Interior del establecimiento

Una pequeña puerta de madera y cristal, rodeada por escaparates, daba acceso a la tienda por la calle de la Luna, número 14. El sonido de una diminuta campanilla y un crujir sobre la tarima del suelo daban la bienvenida al cliente, que de inmediato sentía el penetrante olor a chocolate y café recién molido, encontrando ante sí el magnífico mostrador de maciza caoba adornado de columnas torneadas, decoración que se repetía en todo el establecimiento. Sobre el mostrador, un pequeño molino para el café, una moderna báscula, la espléndida balanza de bronce rematada por una cabeza de águila y una discreta mampara que protegía la intimidad de la caja registradora y del teléfono de baquelita colgado en la pared.

Las paredes de la tienda estaban cubiertas por vitrinas, cerradas con puertas de cristal, que guardaban bonitos envases de latón conteniendo los diferentes productos a la venta: caramelos, té, granos de café o bombones; en sus últimas décadas también se podían adquirir allí paquetes de galletas y otros productos envasados de marca. Rematando el decorado vertical, sobre las vitrinas, había pinturas que representaban diferentes puertos marítimos enmarcadas por curvos listones de ébano con adornos de metal dorado. Dos muebles expositores, un espejo y alguna silla, para amenizar la espera a ser despachado, constituían el resto del mobiliario de la tienda.

Fuente: Museodeltraje.mcu.es
Detalle de la decoración vertical sobre las vitrinas
Sin duda, lo más destacado del establecimiento estaba al otro lado de la gran mampara de cristal que dividía en dos el local. La gran figura de un indio en pie y con los brazos abiertos, vestido tan sólo por un pudoroso pantalón de hojas doradas, un carcaj con flechas y un enorme sombrero, no dejaba indiferente a ningún peatón, ya que también se podía ver desde el escaparate de la calle. El indio era en realidad la máquina que molía el chocolate.

Fuente: Museodeltraje.mcu.es
El molino de chocolate con su autómata representando la figura de "El Indio"

Bajo un dosel de madera, sostenido por oscuras columnas torneadas, el indio y su sombrero, embudo dentro del que se volcaban los ingredientes para hacer el chocolate, era la parte de la maquinaria que distribuía las materias primas. Estas llegaban a las dos molederas a través de los brazos terminados en unos cacitos y de dos grandes embudos de bronce que pendían del dosel sobre cada moledera. Las molederas circulares de piedra estaban recubiertas por una plancha de cobre y se superponían a unas ruedas cónicas que facilitaban el giro sobre las dos grandes pilas de granito. Ambas molederas giraban en torno a un eje que a su vez comunicaba con la maquinaria del sótano. Toda esta estructura se apoyaba sobre un cerco de obra de ladrillo forrado en dos de sus laterales por un panel de madera. El trabajo era ejercido por dos operarios, mientras la venta seguía al otro lado de la mampara que preservaba del ruido, pero no del intenso aroma a chocolate.

El negocio de "El Indio" se habría iniciado como molino de chocolates y venta de cacao en polvo y productos derivados, pero a  partir de 1920 también incluiría el despacho de café, legumbre y fiambres. Más adelante, en la década de los años 40 y 50, surtiría también de caramelos y bombones con su marca registrada. Durante su última etapa en la tienda sólo se podía adquirir cafés, tés, chocolates y bombones de su marca.

El molino de chocolates "El Indio" desapareció en el año 1993. La hermosa tienda hoy forma parte de la decoración del Museo del Traje de Madrid.

LOS "ALMACENES EL INDIO" DE BARCELONA.

Fotografía: Roser Messa
Fachada principal C/ Carme, 24

En Barcelona hay un local precioso y centenario conocido como Almacenes El Indio que está a punto de desaparecer. En Madrid, en su día también hubo uno llamado casi igual aunque destinado a otros menesteres. El nuestro, el catalán, se instaló en 1870 en los bajos de un edificio modernista proyectado por Pau Sambró Badía, ubicado en la calle Carme, 24, para vender lencería y ropa de casa. Tal como indica en su fachada lateral, allí se podía encontrar (y se encuentra)“lanerías, pañolería, lencería, sederías, mantelerías, novedades”.

Fotografía: Roser Messa
Fachada lateral esquina C/ Carme, 24, con C/ Montjuïc

Fotografía: Roser Messa
Fachada lateral esquina C/ Carme, 24, con C/ Montjuïc


Salvo algunas diferencias, entrar en su interior es como transportarse a los años 20 del siglo pasado.  Al momento en que el señor Andreu Alsina se puso al frente del negocio que, en su día, inauguró F. Mitjans. Un barcelonés que había hecho las américas y, quizá por eso, el nombre del comercio sea el que es.


Fotografía: Roser Messa
Detalle de la decoración de la fachada principal

Alsina fue el responsable de la decoración modernista que aún se conserva. En 1922 encargó la renovación del local a los decoradores Vilaró y Valls que hicieron un trabajo excepcional, especialmente en el vestíbulo. Lástima que, en un lavado de cara realizado en los años 50, desapareció la parte del techo recubierta de pan de oro.


Fotografía: Roser Messa
Detalle del interior del vestíbulo

El señor Alsina  solía ir a París a buscar género de primera calidad para vender en su comercio. De uno de esos viajes volvió con un indio mecánico que instaló en el escaparate de la tienda y que procedía de la exposición universal de 1900. Según parece, era una especie de autómata que movía los brazos y desplegaba un cartel anunciador. Esto último lo hacía si el mecanismo no fallaba, cosa que ocurría a menudo y que era la diversión de los niños del barrio. A diario se apiñaban frente al cristal del aparador esperando el momento del fallo.

La década de los 20 fue la época dorada de los almacenes. En 1929 (año de la Exposición Internacional de Barcelona) trabajaban una veintena de dependientes que atendían a clientes de gustos refinados y, para celebrar la gran Exposición de Montjuïc, hasta se llegó a editar un catálogo especial. 

Fotografía: Roser Messa
Escaparate del interior del vestíbulo


En los años 40 el negocio cambió de propietario pero no de orientación. Desde entonces, Baldá i Riera, SRC, ha estado al frente de los almacenes aunque, desgraciadamente, no será por mucho tiempo más. 2014 máximo, ya que esa es la fecha fijada para el vencimiento de los viejos contratos de alquiler, como el de los Almacenes El Indio y tantos otros comercios históricos de nuestra ciudad.

Fotografía: Roser Messa
Interior de la tienda
Hace poco entré por primera vez en el local. Jamás había comprado nada allí pero acudí fascinada por su estética y ya con la intención de dedicarle una entrada en el blog. Hacía tiempo que, cada vez que pasaba por delante, me quedaba embobada mirando el aparador tal como hacían los niños de los años 20 y, muchos años después, lo hiciera Mercè Ibarzcomo reconocía en este artículo publicado en El País hace un par de meses.

Fotografía: Roser Messa
Interior de la tienda
El día que fui me atendieron los dos únicos empleados que quedan. Nada parecido a los veinte que trabajaban a destajo en su época de esplendor.  Ellos me contaron el problema al que se enfrentan y que es el pagar un alquiler astronómico por un negocio que ya no es rentable. A ellos les ocurre algo similar a lo que pasó con La Casa de las Mantas, que se los come la competencia de los grandes comercios.  Por tanto, es inviable mantener un negocio en el que las ventas son mínimas y el alquiler por el local es desmesurado.

El Indio ha aguantado de todo. Hasta un pequeño incendio del que me he enterado por un artículo de Lluís Permanyerpublicado en La Vanguardia en septiembre de 1991. Según la noticia, el fuego fue originado por un indigente que quemó un contenedor situado en la confluencia entre las calles Carme y Montjuïc del Carme, alcanzando el rótulo de la fachada. Por suerte, un acuerdo entre el propietario del comercio y el ayuntamiento consiguió recuperar su aspecto original. En cambio, ahora no hay acuerdo que valga. El Indio y otros tantos comercios como él acabarán por desaparecer. En su lugar veremos surgir más Zara, Mango, McDonalds….


Fotografía: Roser Messa
Fachada vista desde la esquina de la C/ Carme con la C/ Montjuïc

Fuentes (Molino de chocolates "El Indio" de Madrid:
Museodeltraje.mcu.es
"La fábrica de chocolates El Indio" Cristina Cámara Bello
"El cine, la Gran Vía y yo" Rosario González Truchado.

“COSES D’EN PEIUS” Records – anecdòtics serios-i-humoristics de-la-meva vida

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Termino de leer el libro y decido que esto es un post. Descubrí a este personaje de la Barcelona de fines del S. XIX gracias a Xavier Theros y su artículo veraniego sobre la bohemia de la calle Petritxol.

A Theros hay que leerlo con atención. Tiene la habilidad de soltar genialidades como quien no quiere la cosa y, si el lector no está al caso, se le pueden pasar por alto detalles como que Pompeius Gener(“Peius”) era sobrino de un farmacéutico de la calle Petritxol que cruzaba palomas con loros para conseguir aves que recitasen el mensaje en lugar de llevarlo escrito en la pata. Este pequeño dato me hizo buscar por la red los libros d’en Peiusy que me decidiera a comprar esta obra póstuma, que quedó a medio escribir y tuvo que ser acabada por sus editores.

Amb capa i barret have cada nit "Peius" Gener (cerámica en un muro del principio de la C/ Petritxol)

Peius procedía de una familia adinerada que vivía en la Plaza del Pi. Licenciado en farmacia y estudiante de medicina, prefería a sus amigos intelectuales que ejercer su profesión. Por eso se marchó a París con algunos de ellos y allí publicó su primera obra que en España nadie quería editar.En cambio, en París fue todo un éxito y así es como empezó a colaborar en distintas publicaciones literarias francesas.

Portal de la Pl. del Pi, 2, donde residía "Peius" Gener

Peius y compañía llevaban una vida de bohemios ricos. Viajaron físicamente por medio mundo y, por mundo y medio, gracias a su gran imaginación como él mismo cuenta en su “Coses d’en Peius”.

Apel·les Mestres fue uno de sus grandes amigos. Ambos se conocieron en la Llotja, adonde acudían para tomar clases de pintura. También compartían el gusto por ir bien trajeados y, según el propio Peius, se vestían en la refinada sastrería del señor Montràs de la calle Ferran.

En Barcelona, Peius se reunía con los amigos en su casa de la calle del Pi, 2. Cada sábado recibía a Apel·les Mestres, Àngel Guimerà, Emili Vilanova y demás personajes destacados de las letras y las ciencias de Barcelona. Incluso en una ocasión Mossen Cinto Verdaguer se dejó caer por allí.

Sara Bernhardt le tenía en gran estima. Sentimiento que, por lo que parece, era recíproco. Se conocieron en 1876, cuando Peius llegó a Francia tras la muerte de su madre y la proclamación de Alfonso XII como rey. Con Sara Bernhardt y un grupo de locos bohemios subió a un globo aerostático pilotado por Nadar, el fotógrafo. Allí arriba bebieron champán y de poco que la Bernhardt y una amiga no cayeron al vacío tras sentarse al borde del globo. Eso fue en el París de la Exposición Universal (1889).

Retratos de Sara Bernhardt dedicados, reproducidos en "Coses d'en Peius"

El grupo de Peius era capaz de viajar desde París a Munich sólo por ir a ver una representación de la Tetralogía de Wagner. Era septiembre de 1886 y se unieron a la expedición su amigo Jean Richepin, un periodista alemán y la hija de Theòphil Gauthier. Justo entonces acababa de morir el rey Luís de Baviera de una forma un tanto sospechosa, ahogado en un lago. Malas lenguas dicen que lo asesinó su médico particular tras lanzarlo al agua mientras navegaban en una barca. Dice Peiusque, después de luchar ambos en el agua, el médico no salió muy bien parado aunque el rey fue el que se llevó la peor parte. Acabó cadáver, lleno de marcas en el cuello,  signo claro de estrangulación.

En otra ocasión fue invitado a ir a Mallorca para asistir a un homenaje al poeta Rosselló que, enfermo, se hallaba postrado en la cama de su casa en Palma. Una vez allí, durante un almuerzo organizado por la Diputación y el Ayuntamiento, a Peius se le ocurrió decir que había comprado al gobierno español la Independencia de los Estados Mediterráneos y que, para evitar problemas,  se constituirían en sociedad comercial. No  era cierto, por supuesto... ¡No era más que una broma! Pero un periodista de Madridse lo creyó y lo telegrafió a su diario. A los pocos días, el ministro Moret se personaba en Palma para hablar con Pompeius Gener y mostrarle su más sincero apoyo con las siguientes palabras: “¿Sabe usted, señor Gener, que el plan éste está muy bien pensado? Así se evita el que nos pase lo que nos pasó con las Antillas que al fin y a la postre se nos emanciparon y los Yankees, como indemnizaciones, dieron una bicoca.”


Acabada la reunión, a Pompeius Gener le faltó tiempo para ir en busca de los suyos y echarse unas buenas risas a costa del ministro.

Retratos de "Peius" publicados en el libro

“EL DAGUERRE DE SANTS. MEMÒRIA D’UN BARRI”

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Hace unos días supe de la existencia del estudio fotográfico Daguerre, casi centenario, en la carretera de Sants y ahora casi me avergüenzo de haberlo descubierto tan tarde. Al quedar fuera de mi radio de acción inmediato (Ciutat Vella y alrededores), ni ser yo del barrio de Sants, lo había pasado por alto. Otra vez tuvo que ser Xavier Therosquien me abriera los ojos con este pedazo de texto publicado en el Diari Ara.

Como muchos negocios centenarios de la ciudad, el Daguerre podría correr peligro. Viendo lo que está pasando últimamente, no sería raro que alguien quisiera derribar el local para construir un gran edificio y venderlo por un dineral. Por eso, los miembros de la asociación Fotoconnexió, se movilizaron. ¿Y cómo lo hicieron? En primer lugar, con una llamada colectiva a los vecinos del barrio para que llevaran a l’Arxiu Municipallas fotografías que tuvieran del Daguerre de Sants. Después, con la organización de esta exposición que se acaba de inaugurar en el centre civic Les Cotxeres de Sants.

Susanna Muriel ha sido la persona encargada de coordinar el proyecto. Se incorporó en noviembre de 2011 y, desde entonces, ha pasado horas y horas en el Archivo Municipal de  Sants-Montjuïc en busca de fotos y publicidad sobre el local aparecida en las revistas del barrio. Su esfuerzo y el de los vecinos, que han aportado centenares de fotografías familiares, ha tenido la exposición como recompensa. Todas ellas (y también otras que se conservan en l’Arxiu Estudi Fotografia Daguerre) se pueden ver en el blog eldaguerredesants.wordpress.com,creado especialmente para este fin.


Acudí a la inauguración debido al interés que me causaba el proyecto que, evidentemente, está muy acorde con la temática de este blog. Además, me había citado allí con Marta Delclós y ese iba a ser nuestro primer encuentro. Al día siguiente nos volvíamos a ver para visitar, juntas, su exposición Perifèries urbanes, on la ciutatperdia el nom, de la que hablaré en un próximo post ya que, ahora, el tema que nos ocupa es el Daguerre de Sants.

Hubo un tiempo en que no existían ordenadores ni cámaras digitales. Es más, hacerse una foto era extremadamente laborioso, lento y caro. Por eso sólo se tomaban fotografías en los momentos claves de la vida de una persona como la comunión, la boda e incluso la muerte. Y sí, digo la muerte porque fotografiar al difunto no era cosa de mal gusto como se considera ahora. Tan sólo era una forma de inmortalizar su imagen y tener un recuerdo del ser querido ya que quizá jamás había tenido la oportunidad de hacerse una foto en vida.

La foto del cadáver de esta niña fue una de las que más me impresionó
A finales del siglo XIX en Barcelona había decenas de estudios fotográficos, la mayoría de los cuales se hallaban repartidos entre la Rambla y sus alrededores. El más famoso de todos, quizá fuera el Napoleón, ubicado en la Rambla de Santa Mónica, justo donde ahora se encuentra el Frontó Colom. Inaugurado en 1852 por Antonio Fernández y su esposa Anaïs Tiffon, estuvo funcionando hasta 1933. Hace un par de años l’Arxiu Fotogràfic de Barcelona le dedicó una estupenda exposición, en el mismo local donde ahora está el gimnasio, y  que tuve la oportunidad de visitar en multitud de ocasiones.

En la Rambla había muchos más. Uno era el “Baró”, en la Rambla del Estudis, 9, justo al lado de los Almacenes El Siglo. Allí es donde mis antepasados solían ir a retratarse, aunque a veces también acudían al l que estaba en la calle Pelai, 50, o al estudio Suñé (en Pl. Catalunya, 3), donde mi padre se hizo la típica foto de primera comunión.

Mi abuela Enriqueta, en 1910 en Can Baró
Otra vez mi abuela fotografiada en Can Baró





Mis abuelos fotografiados en la calle Pelai, 50
Y aquí mi padre, de marinerito, retratado en el estudio Suñé

En cuanto al Daguerre, les diré que se instaló en Sants en 1910. Su fundador, Martí Bonet, era un fotógrafo de Terrassa que decidió venir a Barcelona y ubicar su negocio en plena carretera de Sants, muy cerca del estudio cinematográfico de Fructuós Gelabert. Pero ahí no estuvo más de cinco años. En 1916 se trasladó a un edificio de la calle de Sants, 78, que fue construido expresamente para acoger el estudio Daguerre. Lugar de donde no se ha movido jamás. Martí estuvo al frente del negocio hasta que su hija, Joana Bonet, lo sustituyó. Ella estaba en la inauguración de la exposición y parecía feliz de ver su vida reflejada en la muestra. Según me contó Susanna Muriel, Joana era la encargada de retocar y colorear las fotografías siguiendo una técnica compleja y meticulosa, aprendida de su padre. Ahora, el negocio está en manos de su hijo, Francesc Tapia. Tercera generación de la familia Bonet.

Perifèries urbanes, on la ciutat perdia el nom - Barcelona 1947-1985

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Fotografía de Oriol Maspons (1965) - Archivo histórico del COAC

A fecha de hoy, puedo decir que he visto dos veces esta exposición. La primera fue en agosto, con mi hijo Marc. La segunda, hace justo una semana, en compañía de Marta Delclos (su comisaria) y mis compañeros Cazadores de Hermes, Enrique y Jordi.

Conocí a Marta hace tan sólo unos días después de que yo, entusiasmada tras ver su exposición en el Saló del Tinell, enviara a todo mi Facebook a visitarla. Ella lo vio, le gustó mi comentario y entablamos un primer contacto virtual. Luego, cuando nos vimos en la muestra  sobre el Daguerre de Sants, descubrimos lo mucho que tenemos en común y, al día siguiente, nos volvíamos a encontrar para acudir juntas a ver su exposición.

Sobre esta segunda visita al museo de la Plaça del Rei sólo puedo decir que fue un lujo tenerla a mi lado durante la proyección ya que me pudo explicar muchas cosas interesantes sobre las imágenes que se iban sucediendo. Y sí, digo proyección porque eso es lo que es. No una muestra de fotografía al uso, como estamos acostumbrados, sino una proyección de 200 fotografías ordenadas cronológicamente con el acompañamiento musical de cánticos gregorianos. La combinación puede parecer rara pero les aseguro que funciona a la perfección. Se ha hecho así para dar una mayor unidad a las imágenes y mostrarlas todas en idénticas condiciones. Y, en cuanto a la música, tras probar varios estilos, resultó que el gregoriano era el que mejor le iba además de tener la ventaja de ser libre de derechos de autor.

Entrar en una sala a oscuras, imponente como es el Saló del Tinell, y ver al fondo una pantalla gigante proyectando imágenes de una Barcelona tan desconocida provoca una sensación muy especial. Todas, vistas de la periferia de Barcelona desde finales de los 40 hasta 1985, justo un año antes de la elección de la ciudad como sede de los Juegos Olímpicos de 1992.

Tranvía en un barrio de la periferia. Xavier Miserachs, 1962 - Colección MACBA

Marta Delclos me habló de los dos años que pasó revisando archivos públicos y privados tras el encargo recibido por parte del Museu d’Història de Barcelona (MUHBA). Al principio, la idea era realizar un estudio sobre la periferia de la ciudad sin saber muy bien cómo debía acabar la cosa. De ahí podía salir tanto una exposición  como un libro. Todo dependía del resultado de la investigación. Al final, tras revisar lo que había en l’Arxiu Fotogràfic de Barcelona, el MACBA, el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC) y unos cuantos archivos de barrio y privados, seleccionó 250 fotos de las cuales al final quedaron las 200 que componen la muestra.

En total, hay obras de 17 autores. Francesc Català-Roca, Pilar Aymerich, Pepe Encinas, Jacques Léonard, Kim Manresa, Humberto Rivas, Marta Povo, Pep Cunties, Mariano Velasco, Gines Cuesta, J.M. Huertas Clavería, Xavier Miserachs, Custodia Moreno, Juli Azcunce, Manolo Laguillo, Pérez de Rozas y el recientemente fallecido Oriol Maspons.

Tras mi primera visita a la exposición salí fascinada con los gitanos de Montjuïc captados por la cámara de Jacques Léonard. Un francés de familia bien que, en un viaje a Barcelona, se enamoró de una gitana con la que finalmente se casó. Era Rosario Amaya, la prima de la bailaora Carmen Amaya. El paio Chan, como le llamaban los gitanos, pasó gran parte de su vida en la ciudad retratando a su familia gitana. Les hizo miles de fotos que acabaron ocultas en el fondo de un trastero hasta que, un buen día, sus hijos las descubrieron y decidieron hacerlas públicas. Pero él no fue el único en retratar los habitantes de las barracas de Montjuïc.

Niño de las barracas de Montjuïc retratado por F. Català-Roca en los años 50

Esa primera vez que estuve en la exposición, descubrí que J.M. Huertas Claverías era un gran fotógrafo. Yo, hasta entonces sólo conocía su faceta de excelente cronista de Barcelona y me gustó poder comentarlo con Marta Delclos quién, a su vez, me habló de las fotografías de Humberto Rivas y de las grandes similitudes entre la periferia de Barcelona y de su Buenos Aires natal, en la década de los 70. Época en que Kim Manresa solía retratar las revueltas populares de los barrios de la periferia barcelonesa y Pilar Aymerich hacía lo propio con las manifestaciones de obreros de la construcción. Mientras, Marta Povo realizaba un trabajo excepcional sobre los artesanos de cada barrio, como el colchonero que ejercía su oficio al aire libre en el terrado de su casa.

Xavier Miserachs retrató a los inmigrantes que llegaban a l’Estació de França con la esperanza de encontrar una vida mejor. Pep Cunties se adentró en el Institut Mental de la Santa Creu, realizando un reportaje fotográfico impresionante. Pérez de Rozas captó los destrozos provocados por unas inundaciones en Sant Adrià del Besòs y Francesc Català-Roca inmortalizó el edificio de la Hispano Olivetti, los almacenes de la Seat y el canódromo de la Meridiana, allá por los años 60. Muchos años después, una amiga de la adolescencia y yo veíamos las carreras de galgos desde la ventana de su habitación, ubicada justo en frente. Un recuerdo de juventud que creo que me quedará para siempre.

Confesiones de Andy Warhol sobre Nico y Lou Reed en “POPism”

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Ustedes me perdonarán si el post de hoy no tiene nada que ver con la temática habitual de este blog pero es que ha muerto Lou Reedy me acuerdo de lo mucho que me gusta la Velvet Underground, pese a lo mal que se llevara con  Nico. Aún así, hubo un tiempo en que él compuso grandes canciones para que ella las interpretara. Como dice Andy Warhol en su libro “POPism, “La imagen que los de la Velvet tenían de sí mismos como grupo rockero no había incluido a Nico: no querían convertirse en el grupo acompañante de una cantante. Pero, ironías de la vida, Lou compuso las mejores canciones para que ella las cantara – como Femme Fatale y I’ll Be Your Mirror y All Tomorrow’s Parties.”


En el año 1966 el Whitney Museum de NY abría su nuevo edificio, ubicado en la calle 75 con Madison, y lo hacía con una exposición sobre Andy Warhol. Allí estaba él con los componentes de la Velvet y el resto de su séquito el día de la inauguración. En “POPism”Warhol cuenta que ese día “Los de la Velvet tocaron como locos en la inauguración y luego una veintena de nosotros invadió el restaurante de un salón de té bostoniano que regentaba una ancianita.”



Ese mismo año, la Velvet & Nico debían actuar en un local llamado “Balloon Farm”(anteriormente The Doom), donde Lou Reed y Nico mantuvieron una fuerte discusión que Andy Warhol transcribió en el libro antes mencionado "(Ya estoy harto de tanto teatro – soltó Lou -. Sí, Nico queda genial en fotos en blanco y negro de alto contraste, pero yo ya estoy harto). Él le dijo que no la dejaría cantar más con ellos y que tampoco volvería a tocar para ella… Como regalo de despedida, Lou le dio una cassette en la que había grabado la música de lo que ella cantaba. Luego Nico empezó a cantar en el bar de abajo, donde trataba de hacer funcionar un pequeño radiocassette; pero era patético ver como aquella mujer alta y guapa cantaba al ritmo de la música que salía de aquél radiocassette de baratillo y, en los descansos, se echaba a llorar porque no recordaba las funciones de los botones.”

Fruto de esa mala relación es Sunday morninginterpretada por Lou Reed imitando a Nico. Pero resulta que la parodia le salió genial.


Lou Reed y el underground barcelonés

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Hace una semana, la muerte de Lou Reed me pilló un poco por sorpresa y no tuve demasiado tiempo para contar algunas cosas sobre él que tienen que ver con este blog y que muchos de los lectores de este lugar seguro que conocerán, como es lo que ocurrió con una portada de Nazario para la revista Rock-Comix dedicada a Lou Reed.


Recordé esta historia no hace mucho al leer las “Memorias del underground barcelonés” de Onliyú. Un libro ameno y lleno de anécdotas interesantes sobre una época por la que siento una especial debilidad. Por eso, Onliyú es una de las personas que aparece en mi enorme lista de futuribles entrevistados.

Pero volviendo al tema del post de hoy, resulta que un buen día Nazario se curró esta portada doble para el número 4 de Rock-Cómix (1976), especial Lou Reed & Velvet Underground.


Gaspar Fraga (editor de la revista), fascinado con el dibujo lo consiguió dejar en las manos del propio Lou Reed tras un concierto en Francia. A partir de ahí, la revista empezó a correr de mano en mano por los Estados Unidos y acabó en los despachos de la RCA, la discográfica con la que publicaba Lou Reed. Al final, esa misma ilustración mínimamente modificada y sin el nombre de su autor originario, acabó siendo la portada de su disco Take no prisoners”.

El disco salió a la venta en los Estados Unidos en 1978 con este aspecto.



Nazario esperaba su edición en España para demandar a la RCA pero un reportaje publicado en “Cambio 16” acerca de este asunto alertó a la discográfica que, en el último momento, decidió que el disco saldría a la venta en España con una portada totalmente diferente. Eso lo cambiaba todo y entorpecía mucho los planes de Nazario. De todos modos, Gaspar Fraga estaba decidido a continuar con la denuncia en Nueva York pero los abogados norteamericanos pedían grandes sumas de dinero por ello. Y así quedó el tema, sin resolver, durante un montón de años hasta la llegada del CD. Entonces el disco fue reeditado en este nuevo formato, con la portada en discordia, y Nazariopudo interponer la demanda. El juicio se celebró en Barcelona y, tras un primer fallo a favor de la discográfica, Nazario consiguió una pequeña indemnización de 4 millones de pesetas, como él mismo le explicaba a Rubén Lardín en esta entrevista para El Butano Popular.

Años antes, concretamente en 1972, Lou Reed publicaba Transformer. El álbum que personalmente me gusta más y en el que se encuentra “Walk on the wild side" de la que se han hecho infinidad de versiones. De todas, me quedo con "El lado más bestia de la vida" de Albert Pla. En cambio, mi versión preferida de "Waiting for my man" (del primer álbum la Velvet) resulta que tiene forma de cómic, se publicó en El Víbora número 72 (diciembre de 1985) y su autor es Miguel Gallardo.


 






Pasado y presente del Teatre Principal

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Hace unas semanas aproveché la celebración del 48H Open House para acercarme a visitar el remodelado Teatre Principal. Cerrado desde el año 2006, cuando su propietario (Balañá) no supo qué hacer con él ni como darle un buen rendimiento. Antes de clausurar el teatro, incluso intentó venderlo al Ayuntamiento pero al final las negociaciones quedaron en nada.

Deshabitado desde hace siete años, de vez en cuando el local se utilizaba para realizar fiestas semi-clandestinas con Dj’s a las que acudía gente con ganas de divertirse en lugares abandonados. Esto lo supe hace bien poco, por un amigo asiduo a fiestas como estas y al que entonces yo aún no conocía.

Tras mucho tiempo con el teatro abandonado, Balañá ha acabado por unirse a un grupo de empresarios con los que ha rehabilitado el local y lo ha puesto en marcha de nuevo. Cosa de la que me alegro. Así, el teatro más antiguo de Barcelona no caerá en el olvido como últimamente ocurre con tantos lugares de la ciudad.

Por él han pasado cantantes famosos de ópera, actores de la talla de Maurice Chevalier (la estrella del Gran Casino de Paris) o actrices como Sarah Bernhardt, que debutó en el Principal gracias a su amistad con Peius Gener. Muchos barceloneses bailaron en los salones del Principal Palace, el primer Music-Hall de España. Otros tantos jugaron al frontón, en el Jai Alai y algunos otros acudieron al Cine Latino para ver películas X o para acosar a los chavales que rondaban por el Club de Billar Monforte.

Exterior del Cine Latino fotografiado por Xavier Miserachs en 1962

La historia del teatro es larga y complicada. Por él han pasado varios propietarios y ha habido incendios, reconstrucciones y reaperturas. Su creación fue posible gracias a un tal Joan Bosch que donó, al Hospital de la Santa Creu, un terreno y unas casas que tenía en la Rambla para construir un teatro en ese enclave. Tenía la intención de poder sufragar parte de los gastos del hospital con los beneficios de las representaciones teatrales. Cosa que se consiguió por unos privilegios concedidos por Felipe II entre 1568 y 1587.

Las obras de construcción del teatro duraron seis años y su estructura inicial de madera con forma de típico corral de comedias duró bien poco. En 1728 fue derruido y levantado de nuevo, ahora ya en piedra. Esta fue su primera rehabilitación pero le siguieron unas cuantas más. La segunda, en 1787, tras un terrible incendio, que requirió de donaciones de algunos nobles de la ciudad para su reconstrucción.

Casi desde sus inicios, las representaciones de ópera convivieron con el teatro de texto. Luego vinieron los conciertos y, ya en el siglo XIX, incluso magia y zarzuela. Es decir, que ofrecía un repertorio amplio y variado en contraposición con su rival, el Liceu, dedicado a la ópera por completo.

Entonces, con el Liceu en pleno auge, el Teatre Principalempezó a decaer y casi acabó derribado si no fuera por una campaña popular que lo salvó. A partir de ese momento cambió de orientación fomentando el teatro en catalán y dejando al Liceu como único gran teatro operístico.

El Teatre Principal en 1874 (Arxiu Fotogràfic de Barcelona)

Un nuevo incendio, ocurrido en 1915, obligó a realizar una nueva reconstrucción ya que las llamas se comieron todo el interior. Tres años después, pasó a ser propiedad de don Teodoro Seebold quien emprendió una nueva remodelación que incluía la apertura del frontón  en diciembre de 1918 y una nueva inauguración. Esta vez, como music-hall bajo el nombre de Principal Palace, en la época en que a mí me gusta más. Cuando el Barrio Chino era un lugar de perdición donde abundaban cabarets, cafés, tabernas, prostíbulos y casas de dormir. Un barrio en el que se mezclaban mugre, drogas y prostitución con gente bien que acudía a los locales nocturnos en busca de diversión.
El 21/12/1918 La Vanguardia anunciaba la inauguración de la temporada de frontón

La pista del frontón durante mi visita al 48H Open House
Según Paco Villar, en Historia y leyenda del barrio chinoel nuevo edificio constaba de cuatro partes diferenciadas. En la planta baja, el teatro con su vestíbulo, restaurante, sala de descanso y foyer. En su interior cabían 1.600 personas y permitía la posibilidad de retirar las butacas de la platea en pocos minutos para transformar el espacio en sala de baile o en lo que fuera necesario, como dejaba bien claro este anuncio de la Vanguardia de agosto de 1920.

La Vanguardia del 19/08/1920 anunciaba así el inicio de la temporada de verano

Anexo al teatro estaba el frontón, enorme, con capacidad para 1.800 personas y en el que hombres y mujeres debían jugar separados. En la segunda planta había un casino y, en la primera, el Café Lion d’Or que contaba con biblioteca, peluquería y unas cuantas cosas más. Incluso allí se llegaron a celebrar dos sorteos del Gordo de Navidad en los años 1937 y 38.

Sorteo de Navidad en 1937 en el Café Lion d'Or (Foto de Brangulí - Arxiu Nacional de Catalunya)

En 1924 un nuevo incendio, en el que murieron dos trabajadores, obligó a una nueva rehabilitación. Cuando volvió a abrir, lo hizo en calidad de cine con espectáculos de variedades. Nueve años después, un último incendio lo destruyó y, otra vez, se tuvo que reconstruir.


La Vanguardia del 30/03/1924 recogía la noticia del entierro de las 2 víctimas
Últimamente y, hasta su cierre en 2006, en el Principal se realizaban conciertos y representaciones teatrales. Ahora renace reconvertido en una sala de espectáculos que, en realidad, estará formada por dos. Una, en lo que fue el antiguo teatro (que será sala de conciertos) y otra en lo que era el Cine Latino, que se utilizará como sala de proyección, teatro y espacio de conciertos.

Vista desde el escenario de la sala principal durante mi visita al 48H Open House

Ojalá esta nueva etapa del Teatro Principal sea un éxito. La parte negativa de todo esto es que se deban derribar locales contiguos como el Panam’s, el Show Girls y los Billares Monforte para ubicar otro hotel en las Ramblas. ¿No hay suficientes ya?

El oficio de la taxidermia

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Lluís Soler i Pujol pasó a la posteridad como el taxidermista de la Plaza Real, mientras su comercio es recordado como “el museu de les bèsties. La tienda aún sigue en la memoria de muchos barceloneses y eso la gente de la Fundació Setba lo sabe. Razón por la cual le ha dedicado esta exposición que estará abierta al público hasta enero de 2014.

De Lluís Soler Pujol les puedo contar que nació en Santpedor, que era el segundo de nueve hermanos y que, en principio, iba para clérigo. No porque quisiera sino porque ese era el deseo de sus progenitores. A Lluís, en cambio, le gustaban las ciencias, por lo que abandonó la teología  y se vino a Barcelona para licenciarse en Ciencias Naturales.

Acabados los estudios, se colocó como discípulo de Francesc Darder. El que fuera director de la Colección zoológica del parque de Barcelona y responsable del negro disecado del museo de Banyoles. Ese que hace años provocó tal revuelo que hubo que sacarlo de la vitrina en la que estaba expuesto, llevarlo a Gaborone (donde nació) y darle un funeral digno en el año 2000. Lo curioso de esta historia es que, 10 años después de enterrarlo con todos los honores en el parque de Tsholofelo, su tumba acabó medio abandonada, cubierta de basura y ejerciendo las funciones de banderín de córner en los partidos de fútbol de los chicos del barrio. Para saber más sobre ello recomiendo leer esta crónica de Xavier Aldekoa del 4 de octubre de 2010. 

El negro de Banyoles, según un dibujo de un catálogo de F. Darder (1888)
Lluís Soler aprendió el oficio de la taxidermia con Darder hasta que el maestro cerró el negocio y Soler se estableció por su cuenta en un local de la calle Raurich, 16-18, y Heures 8-10 en 1889. En ese primer comercio estaban expuestos un oso, un ciervo, leones, unos cuantos esqueletos y otras tantas aves. Luego, el local se trasladaría al número 9 de la calle Raurich (esquina con la calle Ferran) para después moverse a la Plaza Real, 10 y, finalmente, instalarse en el local contiguo del número 8, donde antaño hubo el Café Español, del que Àngel Guimerà era un cliente fiel.

Interior de la tienda de la C/ Raurich 16-18
("Manual de Taxidermia", 1908, Lluís Soler)


En la nueva ubicación Soler disecó animales que ahora se pueden ver en la Fundación Setba. Un ejemplo son estos halcones atacando una paloma en el campanario de la Iglesia del Pi (Barcelona).


Otro es la cría de rinoceronte que Dalí le encargó y que, una vez terminado, salió a lomos de él siendo fotografiado por Postius.

Foto: Postius
Hoy en día, el rinoceronte forma parte de la colección del Museo de Ciencias Naturales El Carmen (en Onda, Castellón) junto a un centenar de animales disecados por Palaus, entre los cuales se encuentra la célebre elefanta “Perla” del zoo de Barcelona.


En cambio, me consta que no se conserva la ballena que desapareció durante la Guerra Civil ni la familia de gorilas de enormes dimensiones, disecados en 1904 con la piel y los cráneos que recibió Lluís Soler. Por cierto que los Soler, para disecar, solo utilizaban la piel y los cráneos de los animales. Luego, los rellenaban por dentro con estopa y algodón.



Joan Miró vivía en el Passatge del Crèdit y solía pararse a contemplar el espectáculo que ofrecía tanto bicho junto aunque nunca entró a comprar.  Incluso hay una foto de Francesc Català-Roca que lo certifica.



Personajes famosos con los deseos más extravagantes frecuentaban el museu de les bèsties”.Dalí era su mejor cliente. Solía pasar por la tienda un par de veces al año y, a parte del rinoceronte, pidió disecar un tigre, un león y 200.000 hormigas. Desgraciadamente, este último encargo fue imposible de realizar. Mario Cabré quiso impresionar a Ava Gardneral regalarle la cabeza de un toro que él mismo le brindó. Anteriormente, incluso el rey Alfonso XIII había solicitado los servicios de Lluís Soler para que le preparara la cabeza de un caballo blanco.

En los buenos tiempos, Lluís Soler tenía 50 empleados a su disposición. Eso era a principios de los años 20. Poco después, en marzo de 1923, Lluís Soler moría. Su viuda heredó la empresa y se encargó de ella hasta que su yerno (Josep Palaus) la sucedió y dirigió el negocio toda su vida, exceptuando un par de años (durante la guerra civil) en que unos miembros de la FAI se lo llevaron “de paseo”. Por suerte, a uno de ellos le cayó en gracia y lo salvó de morir. Acabada la guerra, Josep Palaus le devolvió el favor.

Anna Soler (hija de Lluís Soler y viuda de Josep Palaus desde 1979) fue la siguiente en estar al frente de la tienda hasta que ella también falleció. Ocurría en 1986 y entonces el taxidermista ya no era lo que fue ni tampoco la Plaza Real estaba en su mejor momento. Motivo por el cual tres de los hijos de Anna Soler decidieron abrir dos nuevas tiendas en Barcelona y mantener la de la Plaza Real.

Vitrina de la tienda de la Pl. Real captada por la cámara de Toni Catany
Era a finales de los 80 cuando El Periódico publicó un artículo de Óscar Hernández acerca del taxidermista y, donde los responsables del local, contaban que no les gustaba disecar animales domésticos. Intentaban evitar este tipo de encargos y una de las tácticas utilizadas era fijar unos precios astronómicos por la disección de un perro o un gato para hacer desistir al propietario del animal muerto. Aun así, no siempre lo conseguían. Por el contrario, sí que les gustaba preparar bestias salvajes del tipo tigres de bengala, leones y elefantes que conseguían comprándolos al zoo (o a los circos) cuando los animales morían.

En 1991, un año antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona, el Taxidermista de la Plaza Real cerraba sus puertas, se transformaba en un restaurante y Lluís Permanyerse lamentaba de ello en un artículo publicado en La Vanguardia, el 23 de octubre.


Carme Palaus, la hija que se había encargado de la tienda hasta el final, buscó un nuevo local (mucho más pequeño) al otro extremo de la ciudad. “Carme Palaus. Ciències Naturalsrezaba el rótulo de la entrada y se encontraba en el barrio de Sant Andreu. Concretamente, en la Plaza de las Palmeras, 15. Lugar que se mantuvo abierto mientras ella y su marido vivieron y sobre los que Ignacio Vidal-Folchescribió.

Jackie Chan en Barcelona

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-          “Perdone… La Vía Layetana… ¿Puede decirme por donde cae?
-          ¿La Vía Layetana?
-          Eh… ¿Dónde está la Vía Layetana?
-          ¿Por qué lo preguntas?
-          Aaahh… La Vía Layetana… ¡Allí! Vaya hasta el final y luego doble a la izquierda. Al llegar a la altura de la calle Mallorca.
-          Mallorca, dice?
-          Yo diría que se ha perdido. Debería haber bajado por la calle Balmes.
-          Entonces… ¿Qué debo hacer?
-          Haga lo que le he dicho. Verá una fuente delante de usted. ¿Fíjese bien si funciona!
-          ¿Y si funciona?
-          Siga recto y llegará a Vía Layetana.
-          ¿Y si la fuente no funciona?
-          Pues tendrá maña suerte porque el ayuntamiento habrá cerrado la calle para repararla y tendrá que dar un buen rodeo.
-          Entiendo lo que quiere decir. ¡Muchas gracias!”.



Esto que acabo de transcribir suena a chiste pero no lo es. Se trata del principio de “Kwaitsantseh”.  Una película china (de Hong Kong) que aquí fue titulada “Los supercamorristas” aunque la traducción literal correcta sería algo así como “Comida a domicilio”. Dirigida por Sammo Hung, protagonizada por Jackie Chany rodada en la Barcelona de 1984. Una época en que aquí se hacían muchas cosas que ahora serían impensables.


La película va de un par de vendedores ambulantes chinos que se meten en un montón de líos  por querer ayudar a una chica guapa (personaje interpretado por Lola Forner), prostituta y carterista de las Ramblas. El argumento es sólo eso y poco más pero la gracia de la película está en todos los escenarios donde pasa la acción. Algunos fácilmente reconocibles como el Poble Espanyol, el parc de l’escorxador, Colón, La Plaza de Toros Monumental, el Museu Marés y… ¡El interior de la Sagrada Familia! Lugar donde ahora no se autorizaría tal filmación.

La furgoneta de Jackie Chan huyendo de sus perseguidores
por la Plaza de Toros Monumental y  luego por Colón



Entrada al Museu Marés
Escena en lo alto de la Sagrada Familia. Dudo mucho que ahora se autorizada filmar algo aquí

Otras localizaciones son más complicadas (como el interior del castillo de la Roca) e incluso hay muchas que no he podido descubrir. Por eso no estaría mal que alguien me echara un cable y me ayudara a encontrar los siguientes lugares que no he sabido ubicar. 


Es muy probable que este edificio se corresponda con el de la calle Ample
frente la Plaza Medinacelli
Tras pensar un poco y fijarme bien en la fachada del edificio de la foto superior, casi podría decir que se trata del que había (hasta hace bien poco) en la calle Ample frente a la plaza Medinacelli. Justo allí, en esa época, había un local privado de la Sexta Flotaamericana que,en 1987, sufrió un extraño atentado. Al año siguiente (ni ninguno más) los barcos americanos ya no aparecieron por Barcelona.

Actualmente esto es lo que queda del edificio de la calle Ample / Pl Medinacelli

Entrada a la Basílica de Montserrat
Gracias a la aportación de Sílvia Jané, Manel y Fran J. García consigo dar con la entrada a la Basílica de Montserrat. Lugar por el que no paso desde que era niña e iba de excursión con la escuela.

Discoteca pendiente de localizar

calle Basses de Sant Pere
Descubrir que esta escena fue filmada en la calle de les Basses de Sant Pere ha sido gracias a Enric (el de Bereshit) y Fran J. García. Yo, aunque suponía que eso era por la zona entre el Mercado de Santa Caterina y el Palau de la Música, tenía mis dudad que han quedado totalmente disipadas.


Esta última foto, especialmente, me tiene bastante intrigada. Durante una de las muchas persecuciones, los protagonistas huyen metiéndose en esta especie de gruta llena de vagabundos y que no he sabido localizar.

Ahora, otra vez gracias a Silvia Jané, puedo decir que son las cuevas de Salnitre de Collbató, que están muy cerca de Montserrat. Por lo que no es nada raro que se pasaran por allí aprovechando el viaje. Para disipar cualquier duda, incluyo esta foto que lo deja bien claro.

Fuente: http://espeleobloc.blogspot.com.es

En la película, a parte de Lola Forner, participan otros actores españoles de la época como Amparo Moreno (la que fuera vedette del Molino) y Pepe Sancho (el estudiante de Curro Jiménez y ex marido de María Jiménez). Este último, en el papel de hermanastro de Lola Forner que, en un momento dado al final de la película, se enfrenta en un combate a esgrima con Sammo Hung.


La película no escatima en tortazos, combates y persecuciones automovilísticas espectaculares por las calles de Barcelona y las carreteras del Baix Llobregat. O eso es, al menos, lo que me imagino.

Un gran salto sobre una carretera del Baix Llobregat
Huida a toda velocidad por Plaza España subiendo hacia Montjuïc


Y pasando por l'Arc de Triomf
Por otra parte, la Wikipedia me proporciona datos tan curiosos como que fue la primera película donde se enfrentaron  los dos campeones de kickboxing Jackie Chan y Benny UrquídezLuego, lo volvieron a hacer en Los tres dragones, también dirigida por Sammo Hung. Además, Benny Urquídez, al ser novato en lo de la lucha en películas, no controlaba bien el dar patadas falsas y parece que se le escapó más de una verdadera. De hecho, al final de la pelea entre ambos, el viento producido por una patada giratoria apagó unas velas. Ese efecto, que se ve en la película y parece un truco, es algo que ocurrió en realidad.

También me llama la atención que en la película no haya tomas descartadas. En las películas de Jackie Chan  siempre las había y, además, le encantaba que aparecieran en los créditos finales. En cambio, eso aquí no ocurre.



Esta entrada ha sido actualizada en fecha 30 de noviembre con las aportaciones de varios lectores de este blog. 

De Makoki al Pulp Art

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Portada del catálogo del 10 aniversari de Makoki (M. Gallardo)

“Conmigo podrías hacer una antología de gráfica de Barcelona porque he hecho de todo”. Eso me dijo Gallardo un día que le pregunté acerca de algo que le obligó a rebuscar entre sus trabajos de años ha. Me tomé en serio su sugerencia y, entre lo que tengo por casa y lo que él me prestó, he recopilado material de sobras para esa antología. Tanto, que me ha costado horrores decidir por dónde empezar aunque al final me he decantado por un par de exposiciones. Una, la del décimo aniversario de Makoki en la desaparecida galería Metrònom. La otra, “Pulp Art” en la sala Vinçon.

Josep M. Beà
Damià

El 24 de junio de 1997 Makoki aparecía publicado por primera vez en “Disco-Express”, dibujado por Gallardo y basándose en una primera historia de Felipe Borrayo. Luego, al cabo de una semana, el guión de la segunda aventura de ese loco escapado del manicomio ya llevaba la firma de Juan Mediavilla. Un burgalés muy punk que, según me contó Miguel el día que lo conocí,  “habíaestudiado en un colegio de Maristas y tenía en la cabeza todas estas cosas”. 

Calpurnio

Cuando Makoki cumplió 10 años sus autores lo quisieron celebrar. Para ello, pidieron a 40 colegas de profesión que hicieran una versión del personaje de acuerdo con el estilo habitual de cada uno de ellos. Así lo explicaba Miguel a Carles Santamaría (en una entrevista para "El País”) pocos meses antes de la inauguración.


Sobre este Makoki versión Montesol, hoy su autor me comenta que “se trata de una época de colaboración y en cierta manera trabajo en equipo, un poco como los músicos, como hacíamos en la época de Rollo,  se admiraba y se seguía con cariño el trabajo de los compañeros,  imagino un ambiente parecido al del grupo de dibujantes de Zap,  del Royal free Press, se compartían los descubrimientos gráficos,  las gracias y todo eso generaba un ambiente muy grato,  oír por ejemplo a Juanito Mediavilla explicar y leer sus guiones era realmente divertido, un ambiente más bien de hombres donde las novias y las mujeres eran un mundo aparte. Seguramente un grupo de tíos inmaduros rodeados de porros y cervezas”

Miguelanxo Prado

Alfons López

Roger

Cinco años más tarde, Gallardorecibía el premio a la mejor obra de autor español en el Salón del Cómic de Barcelona gracias a “Perro Nick”. Motivo por el cual, al año siguiente, le tocó hacer el cartel del Salón y ser objeto de exposición. Doble, ya que en las mismas fechas, la Sala Vinçon inauguraba “Pulp Art”. Una muestra que repasaba los 15 años que, hasta entonces, llevaba ejerciendo como ilustrador.







El título, muy acertado, hacía referencia a la estética de la cultura “pulp”norteamericana de publicaciones baratas, de bolsillo y consumo inmediato que tanto me atraen. Es decir, la pulpa reciclada de la que hablaba su editor, Carles Prats. De hecho, en el catálogo de la muestra, Jordi Costa lo clavó al definir así el perfil de persona entusiasta de Gallardo en el que yo encajo la mar de bien: “Son gente que disfruta más ante una ruina bizantina que ante una columna jónica, ante una película de Ed Wood Jr. que ante una de James Ivory, ante una novela de John Franklin Bardin que ante una de Agatha Christie… Consideran belleza y  desequilibrio como sinónimos, paz y placer como polos opuestos. Para ellos fue inventado el expresionismo y el cine basura, el duelo con arpón y revólver de Terror in a Texas Town y la garganta profunda de Koko Taylor, las películas de David Lynch y, lógicamente, las historietas de Gallardo”.


Esta imagen de un Tintíngordo y sesentón, junto a unos ancianos Capitán Haddock, profesor Tornasol y Hernández y Fernández que se exhibió en “Pulp Art”, formó parte de la primera exposición sobre cómics que organizaba la Fundació Miró y que escogió como tema a Tintín y su autor, Hergé. Era el año 1984 cuando Gallardo aceptó participar en ella sin saber en el lío en que se iba a meter. Poco antes de la inauguración, un grupo de dibujantes, escritores y periodistas firmaban un manifiesto en contra de la exposición por considerar que Tintín era un cómic infantil (poco adecuado para estar en la Fundació Miró), totalmente alejado de lo que ellos entendían que era el cómic adulto.

Coca-cola (1992)

El mundo Futuro (1993)

Primera línea  nº 11 (1986)
Que yo sepa, hace 20 años los mandamases de la Coca-cola, el Hola y Time no habían encargado la publicidad de sus productos a Gallardo pero él sí que se avanzó en parodiarlos para "El mundo futuro" y "Primera línea". 

La Colección Von Gallard, también en Pulp Art”, apareció en el especial número 100 de El Víbora. Una serie de ilustraciones propiedad de un tal Barón Von Gallard (Gallardo), mostraba una parte de su “colección” que no eran más que simples copias  de obras de artistas mundialmente reconocidos.

Gallardo a lo Alphonse Mucha

J.M. Berenger a lo Toulouse-Lautrec

Santi Canuto a lo Joan Miró
Juanito Mediavilla a lo Eugène Grasset

Además, "Pulp Art" incluía otras ilustraciones aparecidas en diversas publicaciones y carteles publicitarios para todo tipo de eventos que me guardo para una próxima ocasión.


Historias de la Guerra con Paco Roca, Miguel Gallardo y Antonio Altarriba

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Paco Roca, Miguel Gallardo y Antonio Altarriba. Tres autores con historias que tienen mucho en común. Hace tiempo leí “Un largo silencio” (Gallardo) y “El arte de volar” (Altarriba) casi a la vez y se me ocurrió que sería bueno entrevistarlos a los dos. Pero lo dejé aparcado a la espera de no sé qué. Y  ahora, la publicación de “Los surcos del azar”, me hizo ir en busca de los tres. Aceptaron, y a Miguel y Paco me los llevé a comer a un pakistaní aprovechando que Paco venía a presentar “Los surcos del azar”. Lástima que Antonio no pudo estar presente en esa reunión, aunque sí lo estuvo al teléfono para atender todas las cuestiones que le planteé.

Gallardo y Altarriba me contaron que sus padres estuvieron muchos años en silencio pero que, cuando empezaron a hablar tras la muerte de Franco, no dejaron de largar. Tanto, que sus hijos les incitaron a escribir sus respectivas historias. Las de dos combatientes republicanos durante la Guerra Civil que sufrieron el exilio en Francia y la estancia en unos durísimos  campos de trabajo.  En cambio, Paco Roca no se ha basado en la experiencia de su familia sino en la de los supervivientes de “La Nueve”, la mítica compañía que luchó en la II Guerra Mundial bajo el mando del Capitán Dronne en la segunda división blindada del General  Léclerc y que tuvo el honor de liberar París de los nazis, siendo los primeros en llegar a la ciudad, la madrugada del 24 de agosto de 1944. La particularidad es que “La Nueve” no estaba formada por soldados franceses sino por españoles republicanos que lucharon contra Franco en la Guerra Civil.

Roser: Para empezar, Paco, ¿Cómo diste con la historia de “La Nueve”?

Paco Roca: Fue en el año 2008. Estaba en París para una charla en el Instituto Cervantes y allí coincidí con dos excombatientes de “La Nueve”. Manuel Fernández y Luís Royo, que habían acudido a la presentación del libro de Evelyn Mesquida, “La Nueve, los españoles que liberaron París”. Pero no fue hasta tiempo después que decidí profundizar en el tema y, para ello,  contacté con el historiador Robert S. Coale, que me ayudó mucho en el proceso de documentación.


Roser: Esta semana me he leído seguidos vuestros tres cómics y tienen infinidad de cosas en común. Una de ellas, el día de la proclamación de la República, que a todos les dio grandes esperanzas.

Altarriba: Mi padre me contaba que la proclamación de la 2ª República fue un momento especial. Sólo tienes que ver fotos de ese momento en las distintas plazas y pueblos de España y te darás cuenta que fue acogida con mucho entusiasmo porque se esperaba que las cosas cambiaran para bien. Que hubiera un reparto más justo de la riqueza, una política más participativa y cosas de estas. Mi padre, en febrero había cumplido 21 años y la República se proclamó el 14 de abril, justo cuando acababa de llegar a Zaragoza y conseguía el carnet de conducir. 

Gallardo: Mi padre venía del sur y en su tierra había una miseria acojonante. Y de pronto, con la llegada de la República, las cosas empezaron a cambiar.

Paco Roca: Al menos se luchó por igualar.

Gallardo: Y fue un momento en que los que habitualmente pierden, ganaron.


Paco Roca: La II República luchó por una igualdad. Eso se ve muy bien en “Todo lo que se llevó el diablo”, de Javier Pérez Andújar… Esa idea de querer acercar la cultura a una gente que no había tenido la posibilidad de estudiar.



Roser: Antonio, A mí me da la impresión que tu padre, cuando vivía en el pueblo, no tenía mucho interés por la política sino que era un chico a quién no le gustaba la vida que tenía y que lo que quería era salir de allí para conocer la ciudad.

Altarriba: Es cierto que empezó a tomar contacto con movimientos políticos al llegar a Zaragoza. De todas formas, en el cómic, quise incidir en una especie de pre consciencia social que ya se formó en el pueblo. Quería hacer hincapié en esa idea de la que hablaba mi padre, de las rivalidades entre los pobres y esa práctica tan extendida de cogerle un surco al vecino para ampliar un metro el terreno. Pero sí que fue en Zaragoza donde empezó su simpatía por el anarquismo y a acercarse a una militancia más formal. De todas formas, todo eso ya cala en una mentalidad que, anteriormente, ya había visto algo.

Roser: En tu caso, al no ser dibujante, necesitabas que alguien hiciera esa parte. ¿Cómo fue que escogiste a Kim?

Altarriba: La primera persona en quien pensé para dibujar mi guión fue Gallardo aunque nunca se lo llegué a decir. En aquel momento, lo único que había en España y que tuviera relación con lo que yo quería hacer era el “Largo silencio”. Pero luego caí en la cuenta que él ya tenía su propia historia y su propio padre. Por tanto, proponerle otro padre para contar una historia que tenía muchos puntos en común no me pareció que fuera lo más correcto. Entonces me quedé muy desorientado sin saber a quién hacer semejante propuesta y que encima la aceptara. Pero dio la casualidad que, en 2005 en Vitoria, organizamos las jornadas Crash Cómic e invitamos a Kim. Yo sabía que, aparte de lo de “Martínez el Facha”, también había hecho otras cosas en plan más realista. Hablé con él y me pareció una persona muy próxima y accesible pero no me atreví a proponerle nada. Aún tardé unos días en hacerlo y, cuando por fin se lo dije, se sorprendió mucho porque él venía del dibujo humorístico… Pero por suerte lo pude convencer. En parte, porque ya estaba un poco harto de ser el autor de Martínez el Facha y también porque su padre sufrió la represión franquista. Era un médico de Barcelona que cuidaba a los milicianos  y estuvo dos años en la cárcel por estar involucrado con la parte republicana. Así que aceptó.


Gallardo: Yo ya cumplí con mi padre. Además, con una historia como esa, tan personal. Incluso también en el caso de Paco porque siempre se implica mucho. Es un tipo de historia donde lo mejor es que tú puedas hacerlo todo. Escribir el guión y dibujar. Un poco como hizo Carlos Giménez, que también fue un precedente porque, aunque su cómic no es exactamente de la guerra civil, sí que lo toca.

Roser: sí, en “Paracuellos”


Gallardo: Cuando salió “María y yo” había gente de asociaciones de padres que me decía “nosotros te enviamos las historias de nuestros hijos y tú las dibujas…”. Pero no se trata de  eso…

Paco Roca: Pero tú empezaste a dibujar con guionistas…

Gallardo: Sí, trabajé con Mediavilla eIgnacio Vidal-Folch.

Roser: Pero de eso hace mucho… Y desde entonces que trabajas solo ¿no?

Gallardo: Sí, ahora lo hago todo yo mismo.

Paco Roca: La novela gráfica es como una especie de democracia de autoría. Lo que importa es que emocione. Son historias que hace unos años no se hubieran podido publicar porque no entraban en los cánones de lo que había que hacer. Por eso creo que ahora hay tantos autores que lo hacen todo. 

Roser: Porque tú, Paco… No trabajas nunca con guionista…

Paco Roca: Quizá en algún proyecto en el futuro para aprovechar un argumento pero… Es tanta la dedicación que tienes que hacer para un cómic…

Roser: A mí me parece que, para trabajar con un guionista, uno y otro han de entenderse muy bien, ¿no?

Paco Roca: Bueno, cuando se trabaja con el guión de otro, nunca llegas a ser dibujante completo ni guionista completo. A mí me costaría mucho escribir un guión para otra persona porque muchas cosas se me perderían por el camino. Y si tuviese que dibujar para un guión de otro, pienso que habría otros dibujantes que lo harían mejor.

Gallardo: Además, está cambiando un poco la visión del autor de tebeos. Hasta no hace mucho, y aún lo siguen haciendo, cuando te invitaban a una entrevista te advertían que también te harían dibujar.

Paco Roca: En el programa “Versión española” en el que tú estuviste,  en Navidad emitirán “Arrugas” y ya me han dicho que me traiga los rotuladores porque me harán dibujar durante la entrevista.


Gallardo: Yo no tuve que hacerlo. Me libré haciendo unos dibujos previos  que luego utilizaron en los créditos, o algo así.

Roser: Era sobre María y yo”,¿no?

Gallardo: Sí, y fue una entrevista cojonuda. Ese día estaba todo a favor.



Roser: ¿Cuánto tiempo habéis dedicado a la elaboración de vuestros cómics?

Paco Roca: Yo, dos años de trabajo más el tiempo de investigación y documentación. 

Altarrriba: Mi padre murió en 2001 y yo no me puse con el guión hasta 2004. En este tiempo, hasta que empecé a escribir, fueron años en que lo pasé muy mal. Estuve en manos de psiquiatras e incluso de baja en la Facultad. No me encontraba bien pero al final me decidí a  escribir. Básicamente, por la rabia que me dio que en la residencia me quisieran cobrar 34 € que mi padre dejó a deber tras su muerte. Murió el 4 de mayo y, a las pocas semanas, recibí una carta de la directora pidiéndome que pagara esa deuda. Evidentemente, no la pagué y tuve que ir a juicio por ello tres años después. Esa fue la chispa que encendió la mecha para ponerme a escribir. Y empecé el guión sin saber si algún día lo podría publicar, porque  entonces ni tan siquiera conocía personalmente a Kim.

Roser: “El arte de volar” es la adaptación de las memorias de tu padre. Pero ¿como ocurrió? Es el caso de hijo que encuentra el diario de su padre y decide publicarlo o bien lo incitaste tú a que lo hiciera? Me parece muy valiente por tu parte hacer un cómic así porque explicas cosas realmente muy duras sobre vuestra vida.

Altarriba: Yo mismo le impulsé a escribirlas cuando, ya muy mayor, estaba en plena depresión. Fue en los años que aparecen en el último capítulo. Los de la residencia de ancianos. En ese tiempo me hablaba de sus años de juventud, de sus luchas e ilusiones perdidas. Como me lo contaba una y otra vez, al final le incité a escribirlo. En esa época él sólo hablaba conmigo. Ya se había separado de mi madre, no le quedaban amigos en la residencia y estaba sumido en una gran depresión. Al final me hizo caso, lo escribió y yo lo leí. Escribió unas 200 cuartillas que se detenían en el momento en que él regresaba a España y aún quedaba mucho por contar pero no quiso continuar.

Roser:¿Y entonces como seguiste? ¿Sabías bien la historia?

Altarriba: Como te decía, mi padre dejó escrito hasta el momento de su regreso a España en 1950, mientras que  yo nací en 1952. Aunque de niño no me enterara mucho de lo que pasaba, siempre hay una crónica familiar que te va transmitiendo cosas. La tía Dorotea, la tía Elvira… Por tanto, lo que seguía yo ya lo conocía. Lo único que mi padre aportó de nuevo, en los textos que escribió, fue una mayor precisión en cuestiones de fechas, localizaciones, divisiones y compañías. Por eso, el escrito de mi padre me vino bien para precisar cosas aunque el impulso de la escritura surgió, básicamente, del duelo por su muerte a pesar de que ya me lo esperaba. También, por el sentimiento de culpa que se te crea. Además yo tenía un doble remordimiento porque él me pidió que le matara.

Roser: Sí, a mi parecer uno de los momentos más duros del cómic. Tanto por la petición de tu padre como por tu situación.

Altarriba: Pues fue así como lo cuento. Y parte de mi sentimiento de culpa era por no haberle podido ayudar.


Roser: Me gusta que el relato sea en primera persona, adoptando la personalidad de tu padre. Hacerlo así debería ser muy duro para ti…

Altarriba: Empecé a escribir el guión sin el prólogo de las tres primeras páginas en que decido apropiarme de la voz de mi padre. Estuve un par o tres de semanas escribiendo así, en tercera persona. Y ya tenía unas varias viñetas guionizadas cuando vi que eso no funcionaba. Además,  me sentía muy distante respecto la historia. Por eso lo cambié e hice la historia en primera persona como si fuera mi padre. A partir de ahí, el guión fluyó solo. 


Roser: Tu caso,Miguel, es parecido al de Antonio ¿no?

Gallardo: Pues  sí… El libro de mi padre se llama “Un largo silencio” porque eso es lo que fue, desde que estalló la guerra hasta que murió Franco. Todo ese tiempo calló como un puta como hicieron todos los que estaban como él. Cuando mi padre se ponía ante la televisión empezaba a largar… Primero en voz baja y, a medida que fue avanzando, fue a más. Entonces murió Franco y fue acojonante. Vivíamos en Lleida, que era un sitio ultra cerrado, nacionalista y católico. Mi padre trabajaba en FECSA y nos consta que tenía mogollón de compañeros republicanos. En cambio, ninguno hablaba sobre su pasado. Incluso había uno que tenía la tapadera perfecta porque ¡Tenía una tienda de santos! Por otra parte, también me acuerdo que una vez me llevé una bronca monumental por colgar en mi habitación un poster del Che Guevara. Esto sería más o menos en 1972. Y también recuerdo que, cuando mi hermano hizo la mili, vino a casa una pareja de la Guardia Civil porque debería constar que mi padre había luchado en la guerra defendiendo el bando republicano. No pasaba nada pero… Había esa cosa como de… ¡cuidado!

Paco Roca: Como siempre, debería haber temor…

Gallardo: Sí. Incluso había la leyenda de que cuando Franco vino a Lleida, una semana antes se hizo una batida por la ciudad y acabó un montón de gente en la cárcel. Uno era un pobre hombre que trabajaba en una tienda de electrodomésticos. Se lo quedaron unos días en prisión y luego lo mandaron a casa.

Roser: ¿Y eso por qué?¿Por temor a que hicieran algo contra el régimen?

Gallardo: Sí, por supuesto. Luego, cuando murió Franco, creo que  mis padres ya vivían aquí. Fue entonces cuando gestionamos los papeles de militar de mi padre, que llegó a Capitán. Cuando los tuvo, te diré que jamás en mi vida he visto a una persona más feliz que él. A partir de entonces mi padre no paró de hablar y aprovechaba cualquier ocasión para hacerlo. Te pongo un ejemplo de escena familiar en Navidad… Alguien decía “¡Joder, vaya mierda de macarrones!” y él… “¡Macarrones! Pues en la guerra…” Y entonces todos ya decían… “ya está tu padre con sus historias de la guerra”. Y, yo pensaba… ¡Aquí hay una historia cojonuda que hay que contar!Pero no sabía cómo ni cuándo. Al final, lo chinchamos tanto que escribió sus memorias en 20 folios.

Roser: Y decidiste publicarlo tal cual lo escribió él…

Gallardo: Esa duda la tuve durante muchos años. Ya estaba al final del Víbora y tenía esa historia dándome vueltas por la cabeza sin saber qué hacer de ella. Además venía de hacer cosas de humor… Y luego me leía y releía el relato y me parecía muy aburrido. Pensaba que podríamos cortar alguna parte, arreglarlo gramaticalmente… Pero al final decidí no tocar ni una puta coma y dejarlo tal cual ya que quien lo cuenta es mi padre, que era perito industrial. Y la parte de emoción que le faltaba se la puse yo. Luego hice un primer experimento que salió en “Nosotros somos los muertos” y, a partir de ahí, ya decidí hacerlo así.


 Paco Roca:¿Y tu padre lo llegó a ver publicado?

Gallardo:¡Sí! Aunque murió ese mismo año.

Paco Roca:¿Y lo leyó?

Gallardo:¡Sí! Hicimos la presentación en una galería de arte de por aquí. Incluso hay un vídeo colgado en Internet. En la presentación hablaba tanto que al final le tuve que decir… “¡Papá, no lo cuentes todo porque al final la gente no se lo leerá!”  En septiembre de ese mismo año murió. Y no estaba enfermo ni nada. Murió de vejez. Ya tenía sus 80 años.

Roser: Al menos lo pudo ver publicado…

Gallardo: Recuerdo que una familia de Lleida amiga de mis padres, el hombre era Guardia Civil y era clavado a Manolo Morán. Pues ese amigo de mi padre, aunque era muy buen hombre, era facha perdido. Una vez,  durante una comida, empezó a despotricar en plan “putos rojos…” Y yo, en mi papel de adolescente, le dije… “Hombre, pues mi padre lo es y es una buena persona…” (risas). Pero bueno… Hasta aquí llega mi historia.

Roser: Yo, hará cosa de un año, encontré el diario de mi abuelo. Él llevaba muerto más de 40 años y, de hecho, ni tan siquiera lo conocí. Era un señor de la burguesía de Barcelona, propietario de barcos petrolíferos, que un buen día se lo llevó “de paseo” una patrulla de la FAI. Sorprendentemente, al cabo de un tiempo lo devolvieron vivo aunque bastante magullado. Fue entonces cuando decidió escribir lo que le había ocurrido pero yo no supe nada de eso hasta hace bien poco y, cuando lo encontré, lo publiqué en el blog. Tal cual como lo escribió. 

Paco Roca: También hay quién dice que la guerra civil es un tema del que ya se ha hablado demasiado y que ya está bien de hablar tanto de ella pero… ¡Es que hay tantas historias interesantes acerca de ella! Tanto de un bando como de otro.

Gallardo: Nunca hay que acabar de hablar de la guerra civil. Primero porque aún no está resuelta y aún seguimos en guerra civil.

Paco Roca: Es por la mala transición que hemos hecho. Mientras todavía haya heridas abiertas habrá literatura alrededor.

Gallardo: No sé si visteis el otro día por la tele “El gato al agua”…

Paco Roca: Sí, a ese que decía que los familiares de las víctimas de la guerra civil desenterraban a sus familiares porque se daban subvenciones!

Gallardo: Si hay gente que dice esto es que no lo tenemos bien resuelto.

Roser: Ahora me acuerdo de una parte de “El arte de volar” que me dejó helada. La historia del tío Segundo. El que fue chófer del alcalde de Zaragoza y acabó llevando el “camión de la basura”. Su relato es espeluznante…

Altarriba: Lo de la recogida de cadáveres también ocurría en otras partes de España pero aquí se daba una particularidad. Zaragoza era la ciudad que tenía, porcentualmente, un mayor número de militantes de la CNT. Durante las primeras semanas, tras el levantamiento de Franco, hubo muchas detenciones y fusilamientos y, el tío Segundo, se encargaba de ir con su camión recogiendo los restos de todos los ejecutados. Los llevaba al cementerio y, allí, había otros desgraciados que cavaban las fosas y enterraban los cuerpos. Debería haber miles de cadáveres en cada fosa.  ¡Y ahora el gilipollas ese dice que desenterramos nuestros muertos porque nos dan subvención!


Roser: Paco, esta no es la primera vez que tratas la guerra civil sino que ya el tema ya aparecía en otros dos cómics anteriores. “El faro” y “El ángel de la retirada”.

Paco Roca:“El ángel de la retirada” no lo cuento porque era una cosa de encargo. Pero “El faro” sí. El abuelo de la novia que tenía entonces había estado en un campo de refugiados en el sur de Francia y muchas veces nos contaba su historia.


Roser: Pues volvemos otra vez a lo que hablábamos antes de que todos tenemos, más o menos, personas cercanas que han participado de un modo u otro en la guerra.

Paco Roca: Y cuando te las cuentan piensas que son historias que se van a perder si alguien no lo deja por escrito. Es como tener información en primera persona. Eso me dejó un poco la espina clavada de que… ¡Joder! Me he ido por otro camino y siempre he querido hace algo sobre el exilio español.

Gallardo: En los cómics se ha hecho una labor muy buena porque a la guerra civil solo te puedes acercar de una forma parcial. También hay gente que cuenta la posguerra desde su propia experiencia, que eso está muy bien. Estamos los de la generación que nuestros padres participaron en ella, como Antonio  y yo. Luego, vosotros sois la segunda generación, que sabéis cosas de la guerra por haberlas oído o bien por vuestros abuelos. Unas y otras son visiones diferentes.

Roser: Por eso os quise juntar a los tres, porque el conjunto de vuestros libros da esa visión. Por cierto… El otro día supe que Sento también acaba de sacar un cómic sobre la guerra civil pero me enteré tarde y ya no había tiempo para contactar con él.

Paco Roca: Yo no lo he leído pero parece que está bien. Creo que es la historia del padre de su mujer, ¿no?

Altarriba: Yo conozco un poco la historia porque estuvimos hablando de ello en Valencia. Según me comentó, estaba utilizando un libro titulado “No se fusila en domingo”y que cuenta la historia de su suegro, Pablo Uriel. Él, cuando estalló la guerra civil, era un médico recién licenciado y, lo curioso del tema, es que el levantamiento de Franco le pilló celebrando el final de carrera bajando en canoa por el Ebro. Y entonces empezó a ver que ocurrían cosas raras… Acostaba en el río para pasar la noche y se fue enterando poco a poco de lo que iba pasando.


Gallardo: También está lo que hizo Roger en los inicios de “El Víbora”. Curiosamente era una historia sobre la guerra civil, que no pegaba para nada porque entonces nadie hablaba de esa guerra. Era la historia de un tal Emili Piula, anarquista catalán. Pero al final, en la guerra ocurrieron tantas cosas… Y le dan más importancia desde fuera que nosotros desde dentro…


Paco Roca: Mira, ahora nos hemos juntado tres que tenemos historias interesantes sobre la Guerra Civil. La de ese hombre de “El faro” quizá menos, que solo estuvo en los campos de trabajo.

Roser: La estancia en los campos de trabajo sale en todos vuestros cómics. Tanto el padre de Miguel como el de Antonio estuvieron y, mientras yo los leía, pensaba que ese momento debería ser uno de los peores de la vida de vuestros padres. Luego me convencí de ello con“Los surcos del azar” ya que hay un momento en que uno de los exiliados lo comenta. Concretamente, que fue lo peor y más triste que le había ocurrido.


Altarriba: Sí, y es triste y decepcionante desde muchos puntos de vista. Yo creo que, en lo que era el frente republicano, los anarquistas sufrieron una triple decepción. La primera, cuando los países aliados decidieron no intervenir tras las actuaciones militares de Italia y Alemania. La segunda, y más grave, fue el recibimiento que tuvieron al llegar a Francia, que los metieron en verdaderos campos de concentración. Y la tercera fue que, tras la segunda Guerra Mundial no se interviniera contra Franco.



Gallardo: Y la sensación de la derrota… Que llegas al exilio sin nada. Con la única sensación de “se ha acabado y estamos derrotados”. Llegas abatido psicológicamente. Has estado luchando por unos ideales y lo has perdido todo. 

Altarriba: La humillación de la derrota la vivieron en la peor de las situaciones que es en un campo de concentración donde la gente moría de hambre y de frío.

Paco Roca: Piensas que estás aislado. Creías que el resto del mundo te iba a comprender y te das cuenta de que eso no es así. En esos momentos de entre guerras había mucha ambigüedad. El gobierno francés, antes de que terminara la guerra, ya había reconocido el gobierno de Franco. En estados Unidos había grupos nazis. Henry Ford apoyaba abiertamente a Hitler.

Gallardo: Y el aviador ese famoso americano… Howard Hughes, que fue a la Alemania nazi y simpatizó con el régimen de Hitler… Poco a poco Estados Unidos se fue convirtiendo en un estado nazi pero más suave que en Alemania. 

Paco Roca: Todas esas personas que habían luchado en la guerra civil contra el fascismo para defender la democracia y el librepensamiento se dieron cuenta que, al salir de ahí, seguían siendo unos bichos raros y que, en lugar de tener simpatizantes, les ocurría todo lo contrario.

Roser: Además, todos ellos estaban convencidos que tras la liberación de París y la caída de Hitler seguiría la de Franco. Y eso no fue así… Es una cuestión que aparece en vuestros tres cómics.

Paco Roca: Claro, es lógico que lo pensaran. En cambio, los abandonaron. Ahí se junta una carambola histórica además del hecho de que Franco no servía ni para malo. Debería ser tan patético de cara a los aliados que hasta pensarían que no era ni peligroso. Pérez Reverte habla muchas veces de los trenes perdidos de España en favor del progreso… De cuando España se decantó por el catolicismo en lugar de por el protestantismo y de cuando después de vencer a Napoleón retornó el Rey y perdimos la Constitución… Pero yo pienso que hay un tercer tren perdido y que se da cuando los aliados dieron la espalda a España.


Altarriba: Nueve años después del fin de la Guerra Civil, los anarquistas aún no se daban por vencidos. Incluso tres años más tarde de acabar la 2ª Guerra Mundial, porque no daban crédito y, desde distintas instancias políticas, intentaron hacer todo tipo de presión.  Querían que la batalla continuara para desalojar a Franco y no hubo manera de conseguirlo.


Gallardo: Acabada una guerra tendrían que haber empezado otra.

Paco Roca: De ser así, supongo que todo habría ocurrido muy rápido ya que todavía era el momento de hacerlo.

Gallardo: Luego hubo el último intento de invasión, con los maquis…

Paco Roca: Bueno sí… Pero ya estaba casi condenada al fracaso. La gente ya no quería otra guerra civil.

Gallardo: La gente como mi padre, a lo largo de los años 50 y 60, estaba dispuesta a cualquier cosa pero no a pasar por otra guerra.

Roser: Ahora no recuerdo en cuál, pero en uno de vuestros cómics aparece eso que dices, Miguel… La idea de “pasaré por cualquier cosa pero no quiero otra guerra”.

Gallardo: Hay una cosa que falta contar y son las historias de la sociedad civil. Mi madre y mis tías me explicaban cómo se las apañaba la gente en Barcelona para sobrevivir y aquí hay relatos muy interesantes.

Roser: Es curioso porque mi familia nunca hablaba de la guerra. Yo, hará cosa de un año me enteré de lo de mi abuelo con la FAI y fue por pura casualidad. Entonces fue cuando mi madre me contó que era el diario de l’avi Pere, que escribió tras salir de la Checa de la Bonanova. ¡Eso me dejó de piedra! Ella lo encontró tras la muerte de mi abuela, hace unos 20 años, y lo tuvo guardado todo este tiempo sin decirme nada.

Paco Roca: Hemos tenido más de 30 años de una historia contada desde un solo punto de vista.

Gallardo: Y el ámbito familiar en el que, a veces, aparecían estas historias…

Roser: Me imagino que el caso de mi abuelo ha estado siempre escondido porque no estaba bien visto, dentro de la propia familia, que él fuera “del otro bando”. De hecho, cuando lo colgué en el blog, me llamó mi hermano muy enfadado porque, según él, pintaba al abuelo de muy facha. ¿Pero qué quería que hiciera, si resulta que lo era?

Paco Roca: Ahora parece que, para contar historias desde ese bando, las tienes que justificar. Hay un libro de Pérez Reverte, sobre su padre, que había estado en las Brigadas Azules. El libro está muy bien. Está escrito desde el punto de vista del padre. Ahí Javier se justifica un poco con su misión y todo eso. Pero también es verdad que hemos tenido 30 años desde un único punto de vista y también está bien saber cosas del otro.

Gallardo: Yo tengo alguna anécdota de mi familia buenísima. Mi abuela tenía un marido bastante peculiar. El abuelo Valeriano, que no aparecía mucho por casa y, cuando venía, le hacía un hijo. Así que mi abuela tuvo 6 o 7 niños y ella fue la responsable de educar a toda esa cuadrilla. Ella me contaba que, durante la Guerra Civil, un día subieron a su casa los de la CNT con una ametralladora. Ella tenía ahí colgado un Jesucristo y los vecinos siempre le decían… “¡Señora Antonia, si vienen los de la CNT la van a fusilar!”. Y ella les respondía… “Pero si estos no tienen ni idea… Yo les digo que es el retrato de un tío mío y ya está…”(risas). También hay otra historia que cuentan mis tíos, que por aquél entonces serían unos adolescentes o aún más pequeños. Es sobre el día que entraron las tropas nacionales y se fueron los republicanos. Justo en ese momento, parce que hubo un par de noches de descontrol total. En ese tiempo, los vecinos de la escalera de mi abuela descubrieron que los republicanos se habían dejado un camión entero de avituallamiento. La gente se tiró a lo bestia a pillar todo lo que podía. Incluso había silos de aceite en los que algunos murieron ahogados porque se metieron dentro. Mis tíos, por su parte, descerrajaron un  estanco que había en frente de casa para pillar tabaco y cambiarlo por pan en la Plaza Tetuán, que es donde se ponían los nacionales.

Paco Roca: A veces pensamos en cuál es la imagen del final de la Guerra Civil. Habitualmente recordamos el discurso ese de "En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.” 



Gallardo: O la entrada de las tropas nacionales en Barcelona. Según cada familia, ese momento se viviría distinto. Además, tanto durante la guerra como en la posguerra había gente muy mala… Porteros dispuestos a acusar a quién fuera hasta por otras razones que no fueran políticas y cosas así.


Roser: Una época en que casi nadie podía fiarse de nadie. Era todo desconfianza.

Paco Roca: Pero hay un montón de historias de ese final de la guerra y eso es algo interesante porque supone ponerle cara al momento. O el final de la guerra en Alicante…

Roser:¡Sí, con ese principio brutal de “Los surcos del azar”! Tan contundente… Ahí lo clavaste, Paco, porque enganchas al lector y haces que no pueda soltar el libro. Al menos, a mí me pasó. Tras leer los dos primeros capítulos, que subisteis a Internet, pensé “voy a escribir rápidamente a Paco".

Paco Roca: Es un truco narrativo… Intentar buscar un buen enganche empezando desde el final de la guerra civil en ese momento desde el puerto de Alicante. Era muy potente… Y todos los testimonios que encontré de ese final eran muy dantescos… Gente desesperada que se suicidaba y cosas así.


Roser:¿Pudiste hablar con supervivientes de ese episodio?

Paco Roca: No… Directamente no he llegado a hablar con nadie. Sí que conocí a dos excombatientes de “La Nueve” pero eso fue antes de tener claro que iba a hacer esta historia. Por lo que todas las dudas que tenía ya no pude consultarlas con ellos. Tiré mucho de documentación en libros sobre ese final. Luego, te das cuenta que hay muy poca documentación sobre el exilio español. Hay libros escritos en la época que, por una parte, están muy manipulados y, por otra, no coinciden los datos en ningún sitio acerca de la gente que se exilió en el Norte de África.

Gallardo: Esa parte del exilio en el Norte de África la has hecho muy bien. El otro día lo comentaba con alguien que me decía que ese episodio le sonaba a chino.

Paco Roca: Toda eso es muy desconocido. En cambio, gente como Max Aub estuvo en uno de esos campos. Te podías encontrar a Semprún en Mauthausen, Max Aub en África...

Gallardo: Mi padre volvió a España cuando empezaba la II Guerra Mundial. En ese momento le dieron a elegir entre ir a la legión extranjera, los campos de trabajo o volver a España.


Roser: A España para que te fusilen... Eso es recurrente en vuestros cómics...

Gallardo: Él decidió volver a España y lo mandaron a Mataró donde estaban todos destinados como trabajadores para África.

Paco Roca: Mi abuelo también estuvo en África. Era republicano y acabó en el Sáhara pero no me ha llegado nada de la historia. Sólo por los tatuajes que llevaba supe que se los había hecho allí pero mi padre jamás me habló de ello. Supongo que se debe a que querían olvidar todo lo mal que lo pasaron. Si hubiesen sido vencedores habrían estado todo el tiempo hablando de ello pero como no fuer así... Al final les obligaron a olvidar.

Altarriba: El trato que recibían era el de “sois unos cobardes que habéis perdido la guerra y, si queréis demostrar que tenéis agallas id a la legión extranjera. O, si tenéis narices, volved a España. Y no os quejéis porque tenéis lo que os merecéis”.

Roser: Mucha gente, como vuestros padres, Miguel y Antonio, pasaron gran parte de su vida en silencio.

Altarriba: Mi padre empezó muy tarde a hablar de ello. No dijo nada hasta después de la muerte de Franco.

Gallardo: Además era peligroso hablar...

Paco Roca: ¡Tú dirás, si hubieron 50.000 ejecuciones tras la guerra! Me imagino que los dos bandos hicieron sus salvajadas durante la Guerra Civul pero lo que fue terrible era ese afán de venganza del franquismo. Entre las ejecuciones y las encarcelaciones había un miedo terrible a que cualquiera te pudiera denunciar.

Gallardo: El otro día, Darío Adanti me comentaba que en Argentina ellos hablan de 30.000 desaparecidos mientra que en la Guerra Civil hay 1.000.000 de personas desaparecidas y, en cambio, no les hemos dado la relevancia que, en Argentina, les dan a sus desaparecidos.

Paco Roca: Hace poco leí un artículo sobre "La Nueve"escrito por una persona del PP a quién jamás oirás decir que el franquismo era una dictadura fascista. En cambio, era muy curioso porque ahí hablaba de "La Nueve"como "de los nuestros...". De esa gente española, heroica, que había luchado contra el fascismo. Aunque al final se le escapa decir que, lástima que junto a la bandera francesa no ondee la que representa a todos los españoles. Y eso es porque, desde que Hollande es el Primer Ministro de Francia, la bandera republicana ondea junto a la francesa.

Gallardo: Así que, aunque por una parte habla de que "los nuestros estuvieron allí" supongo que solo se refiere a que eran españoles, omitiendo lo de republicanos ¿no?

Paco Roca: Claro, además esos españoles luchaban contra lo que esta persona condena.

Roser: La vuelta a España de vuestros padres, Miguel y Antonio ¿suponía para ellos un fracaso?

Altarriba: Cuando yo tenía unos diez años empecé a ir a Francia, a casa de los amigos anarquistas de mi padre. Allí fue donde empecé a oír hablar por primera vez de todas estas historias y de las propias de mi padre. Yo veía que estos amigos suyos no habían tenido que pasar por la humillación de someterse al régimen contra el que habían luchado. La decisión de mi padre de volver a España es un poco difícil de explicar y, en su caso, fue por varias razones. Una, la muerte de su madre. Otra, que su prima Elvira le ofreció trabajo en España. Mi padre, en ese aspecto, conoció los dos exilios. El exilio exterior, durante esos 11 años que estuvo en Francia, y el exilio interior en España desde que volvió en 1950 hasta que Franco murió. Y este aún fue peor porque se sentía como un zombi político al que sólo le quedaba acatar y obedecer a aquellos contra los que estuvo  combatiendo.


Roser: Por otra parte, Miguel, suerte que tu padre cambió de opinión en el último momento porque, según cuenta, sus compañeros que escogieron ir a los campos de trabajo acabaron todos muertos tras ser apresados por los alemanes.

Gallardo: Ya, pero las posibilidades de que lo apiolaran aquí también eran grandes. Ten en cuenta que los que tenían un rango de oficial para arriba lo tenían mal. De hecho, nada más llegar al puerto de Barcelona lo amanillaron y se lo llevaron.


Paco Roca: Y ellos no sabían a lo que se exponían tomando una decisió u otra. Les daban a elegir tres opciones de las cuales ni una parecía buena.

Gallardo: Eso lo explicas muy bien, Paco, en "Los surcos del azar".

Roser: A tu padre, Miguel, todo el mundo le advertía que volver a España sería la muerte para él. Aun así volvió.

Gallardo: Tuvo la chamba que, en lugar de enviarlo al Sáhara, el jefe del campo en el que fue a parar hubiera estudiado la carrera con él. Y a partir de ahí ya fue todo mejor. Es un poco lo que explica Paco en su cómic. Tienen un tiempo muy breve para tomar decisiones en las que te juegas la vida.


Paco Roca: Imagínate la situación. Estás en un campo y te dan a escoger entre volver a España, alistarte a la legión extranjera o ir a los campos de trabajo. ¿Qué eliges?

Gallardo: Mi padre no tenía contactos en los sindicatos ni contactos políticos. Por lo tanto, él era material sobrante. Pero hay una cosa muy bonita que ocurre en el libro, y que tiene que ver con el título, y es cómo el azar hace que se vuelvan a reencontrar personas con unas posibilidades de morir enormes y que se ayudan entre ellas.

Paco Roca: Cierto, y es curioso que dentro de la República, como ocurre también ahora en la democracia, había muchas opiniones diferentes y gente que no tenía nada en común. Por ejemplo, comunistas y anarquistas. Pero había algo que los unía a todos y que era la lucha contra el fascismo.

Gallardo: También había un estrato inferior que era la familiaridad. Este fue el caso de mi padre con el hombre ese del campo de trabajo con el que estudió la carrera. Vale, también te puede tocar un hijo de puta y la puedes cagar. Pero de pronto, eso también contaba. El saber que el otro pensaba que tú eras buena persona y que en realidad estabas equivocado.

Roser: Sí, pero a vedes también se daba la situación contraria. Tu padre cuenta que hubo personas a las que ayudó y que, una vez acabada la guerra y ya bien posicionadas socialmente, no quisieron saber nada más de él.

Gallardo: Sí, y quedarse con la sensación esa de ser un apestado y de que nadie quiere saber nada de ti.


Paco Roca: Lo interesante de contar este tipo de historias es que la gente que las vive está al límite y que cualquier decisión que se deba tomar puede llegar a ser dramática.

Gallardo: Son las fronteras esas de los últimos días... Como cuando los americanos se iban de Vietnam.

Paco Roca:Es un terreno donde sale lo mejor y lo peor de las personas. Hay tanta gente que se ayuda como lo contrario. En realidad, lo que hacen es intentar subsistir.

Gallardo: Normalmente pierdes gente por el camino... Yo he perdido amigos que han muerto. Pero esas cosas suelen ocurrir en periodos muy largos en el tiempo y te toca muy de tarde en tarde. En cambio, en una guerra esto ocurre a diario.

Roser: Cierto. Y eso me hace pensar en un momento de "Los surcos del azar"en que el protagonista explica que, si se muere tu compañero en la guerra, es casi un descanso para ti porque eso significa que tú sobrevives.


Gallardo: Hay un libro muy bueno de Chumy Chúmez que se titula "Yo fui feliz en la guerra". Aquí cuenta que a él la guerra lo pilló en Bilbao cuando tenía unos diez años y explica cómo la vivió, siempre desde el punto de vista de un niño. Y te das cuenta que, para un niño, la guerra era de puta madre porque no había colegio y cada día pasaban cosas. No era una vida monótona sino que había cambios constantes y eso a los niños les gustaba.

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Roser: A los niños les gusta la guerra. Supongo que es algo emocionante para ellos. Mi propio hijo es muy bélico.

Gallardo: Es un periodo excepcional, de incertidumbre total, en la que la gente no sabe qué ocurrirá. De hecho, muchas familias acabaron separadas por culpa de la guerra. Unos en un sitio y el resto en otro.

Roser: En "Los surcos del azar"eso se ve muy claramente en los primeros capítulos del final de la guerra en Alicante.

Gallardo: Hay un libro que se llama "Tres días de julio" que va desgranando lo que ocurría el 18 de julio en todos los rincones de España y es curioso porque ves que, en esos momentos, no tienes capacidad de decisión y que lo que te pasa no lo puedes remediar.

Roser: Por otra parte, Paco, en “Los surcos del azar” muestras de forma muy gráfica lo que ocurre a veces en el periodismo, que hurga en las heridas de la gente para conseguir la información buscada.

Paco Roca: Yo lo pensaba sobre todo en el caso de “Arrugas”. Yo vivo de estas cosas y busco temas que me interesen y que también me den de comer. Entonces piensas que lo que haces es hablar, por distintos motivos y de forma egoísta, de ciertas cosas. Es posible que lo hagas para sensibilizar a la gente, como con el Alzheimer. Pero también te das cuenta que, si realmente te interesasen tanto estas cuestiones, trabajarías en una ONG.


Gallardo: Pero escribir un libro sobre ello también es una forma de interesarse sobre el tema ¿no?

Paco Roca: Sí… Pero de ahí pasas a otro tema… Del Alzheimer a los dibujantes de Bruguera de los años 50… Y después a los republicanos españoles de “La Nueve”…

Gallardo: Pero tú eres un narrador. Antes lo has dicho. Coges un tema y lo narras de tal manera que la gente capta lo que les quieres transmitir. Yo he visto decenas de ejemplos de gente que ha tenido verdaderos temazos sobre la mesa y que, en cambio, se les caen de las manos a la hora de narrar. En cambio tú mezclas una cosa y la otra y haces que temas como el de Bruguera sean accesibles a todo el mundo. Era una cosa de práctica leyenda de la que los dibujantes siempre hemos hablado y tú apostaste por ella.

Paco Roca: Pero volvemos a lo de antes. Tú tienes una hija autista y, como padre, has vivido el caso.

Gallardo: Sí, pero podría haber vivido esa situación y haber montado un pepino de historia…

Paco Roca: Como decía Paul Auster, las cosas le pasan a quien sabe contarlas.

Gallardo: En el caso de María, he tenido que esperar a que la historia me cantara al oído. Para mí, no tenía sentido contar su historia cuando ella tenía dos años porque esa niña un día sería muy diferente. Y con la historia de mi padre, más o menos igual. La diferencia está en que el libro sobre la guerra de mi padre se ha perdido en el olvido. En cambio el de “María y yo”no. Fue una cosa más trascendente.

Roser: Por cierto, Paco… ¿Cómo eliges los temas de cada uno de tus cómics?

Paco Roca: Escojo temas que me remuevan por dentro. En cuanto a los republicanos de “La Nueve”, me interesaba saber por qué decidieron luchar por esta idea. Hablamos de todos los españoles que salieron de España pero los que acabaron en el ejército de De Gaulle fueron apenas 200 o 300. Luego, muchos regresaron a España. Otros salieron por África… Pero hubo un pequeño grupo que luchó hasta el final y eso fue porque, para ellos, luchar contra el fascismo era tan necesario como respirar.

Gallardo: Es una cantidad equiparable a los españoles que se quedaron en Berlín, de la Legión Azul. Por otra parte, ahora pienso que “Arrugas”, “El invierno del dibujante” y “Los surcos del azar” de pronto se han convertido en una trilogía de perdedores porque España es un país de perdedores. Nuestros héroes siempre son los perdedores…

Roser: Tan perdedores que en Catalunya conmemoramos la gran derrota del 11 de septiembre de 1714.

Paco Roca: Igual es un poco por el tema judío-cristiano del perdedor y la víctima más que el ganador.

Gallardo: O también un poco la idea anarquista esa de importarte todo un pepino y de hacer lo que piensas…


Y hasta aquí mi cita con Paco Roca y Miguel Gallardo. Luego tuvimos que salir fletados del restaurante porque a Paco le esperaba una tarde muy movida. Un par de entrevistas y la presentación del cómic por la tarde a la que, evidentemente, no falté.


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